La Unidad del Dolor, un elemento clave en su tratamiento
Escrito por:El dolor se define como una desagradable experiencia sensorial y emocional con verdadero, o potencial, daño tisular. También, como una sensación disfórica y displacentera. El cuerpo responde a esa señal de alerta de daño para prevenir o aliviar mayores consecuencias. Un dolor no aliviado o tratado en su causa, puede llegar a tener consecuencias mas allá del sufrimiento momentáneo, produce un retraso en la curación, altera el sistema inmunológico, la respuesta ante el stress, produce síntomas vegetativos emocionales como depresión, y una posible alteración del sistema nervioso periférico en su interpretación en el cerebro, con el riesgo de crear una situación de cronificación o dolor crónico.
Ampliamente demostrado en estudios epidemiológicos de la O.M.S., aproximadamente el 40% de los dolores agudos, no son manejados apropiadamente, siendo esto aún peor en países subdesarrollados. La falta de entendimiento, conocimiento y formación en gran parte de los Médicos de Atención primaria o especialistas quirúrgicos, así como una cautela en el uso de dosificaciones inadecuadas de los medicamentos y técnicas analgésicas, se identifican como origen del problema de síndromes dolorosos agudos o crónicos no diagnosticados o infratratados.
La Unidad del Dolor hoy
Hoy en día, es inconcebible que existan estados dolosos persistentes no tratados, causando angustia al paciente, y el sufrimiento de sus familiares. Los especialistas y médicos generales, ante un síndrome doloroso, deben evitar su monopolización, reconocer tempranamente y referir los pacientes para su prematuro diagnostico, tratamiento y ulterior seguimiento, a especificas multidisciplinarias Unidades del Dolor.
El tratamiento temprano de un estado doloroso puede prevenir y simplificar el que este se convierta en un síndrome doloroso y su posterior cronificación debida a los cambios neuroplasticos de adaptación ante un trauma del sistema nervioso. El dolor puede llegar a ser por sí mismo una enfermedad. Por eso es tan importante un abordaje en su diagnostico y tratamiento metódico y multidisciplinario para evitar la transformación en el tiempo de un dolor agudo junto con la suma de otros fenómenos, en un síndrome crónico con identidad propia.
Si bien, no siempre es posible o aconsejable erradicar totalmente el dolor, pues a menudo nos sirve como una primera señal de daño interior y protección ante un traumatismo, al menos, debe ser ético, hacerlo soportable.
La magnitud del problema se presenta en el coste personal de padecimiento, sentimiento de incapacidad y depresión emocional, a menudo coste de sufrimiento familiar, absentismo y perdida laboral, así como, los costes indirectos socio económicos que produce.
Estudios recientes realizados en la Comunidad Europea (Pain Europe, Friker; 2005), presentan resultados que identifican que uno de cada cinco ciudadanos esta afectado de algún dolor. La prevalencia aumenta con la edad hasta un 47% en los mayores de 65 años, mas frecuente en las mujeres; siendo predominante los dolores en las extremidades inferiores , columna lumbar y cervical, y las cefaleas en los mas jóvenes.
El 29% se automedican sin una satisfacción de su dolencia y el 39% no toma ninguna medida o fármaco. Sufren una interferencia en su actividad diaria el 27% y de aquellos que fueron tratados en una Unidad del Dolor, el 94% se sentía muy satisfecho del tratamiento prescrito.
El manejo del dolor ha evolucionado enormemente con la creación de las Unidades del Dolor, gracias a la instauración de la medicina del dolor, parte de la medicina que se dedica a estudiar y tratar el dolor en todas sus vertientes.
La Unidad del Dolor en España
La primera Unidad del Dolor se creo en los Estados Unidos a mediados de los años 60, surgiendo posteriormente la primera en España en los años 70 en Madrid, y desde entonces se han creado Unidades de Tercer Nivel en la mayoría de los grandes hospitales.
En una Unidad del Dolor se diagnostican y tratan de una forma metódica y protocolizada los siguientes problemas y/o dolores: los dolores agudos, los síndromes dolorosos crónicos lumbares y cervicales no operables, el dolor lumbar postoperatorio o el síndrome postlaminectomia. También es frecuente el tratamiento de radiculopatías, neuralgias periféricas o síndromes dolorosos. El dolor neuropático (de origen metabólico, diabetes etc.), los síndromes miofasciales o los postraumatológicos, y las cefaleas y y las cefalgias, así como la optimización y el seguimiento de los dolores Oncológicos, los dolores pélvico-perineales, los síndromes reflejos distróficos-simpáticos y los dolores artrósico-reumáticos en general.
El tratamiento del dolor puede ser conservador farmacológico, que principalmente consiste en la optimización y dosificación de los fármacos analgésicos necesarios de forma escalonada o, si se indica, en técnicas interventivas como pueden ser las infiltraciones periféricas, los bloqueos neurales y epidurales, las técnicas de radiofrecuencia neural y facetaria, epidurolisis ola implantación de neuroestimuladores o bombas de infusión continua de fármacos.