La radiofrecuencia es un procedimiento el cual se utiliza principalmente para tratamientos mínimamente invasivos de distintas patologías. Se trata de una opción que no requiere cirugía y es un método con apenas riesgos y donde los efectos secundarios son mínimos.
La radiofrecuencia se puede realizar para tratar la piel facial, la flacidez cutánea, la celulitis, para el drenaje de toxinas, para el tratamiento de varices o para tratar el dolor crónico, entre otras aplicaciones.
La radiofrecuencia puede estimular la producción de colágeno o drenar toxinas, por tanto, ayudará a ganar firmeza en la piel. También puede proporcionar un efecto lifting facial y solucionar la flacidez cutánea. Además, también se consigue una reducción del volumen de grasa ayudando a reducir la celulitis.
Entre otros beneficios, la radiofrecuencia es un método avanzado para mejorar la piel para que esté más tensa y rejuvenecida. El calor mejora el drenaje del sistema linfático, ayuda también a mejorar la circulación en algunas zonas determinadas y también ayuda a reducir el dolor lumbar causado por el dolor crónico a través de infiltraciones.
Este tratamiento consiste en aplicar calor a la piel a través de ondas electromagnéticas que aumentan la temperatura para llegar a una determinada profundidad.
Mientras se realiza el tratamiento de radiofrecuencia, los pacientes pueden experimentar una sensación de calor que se distingue por ser breve e intensa. Lo que no saben es que, mientras esto sucede, el colágeno de las capas más profundas de la piel se está tensando, lo que mejorará su aspecto al finalizar la sesión.
La radiofrecuencia es un tratamiento indoloro, que suele durar unos 30 minutos por sesión. Cuando termina el tratamiento, el paciente notará un leve enrojecimiento de la piel, al mismo tiempo que luce más tensa y luminosa.
Cuando se realiza a través de infiltraciones para tratar el dolor, consiste en introducir una aguja aislante y corriente eléctrica para desactivar el nervio que es el responsable de enviar la señal del dolor al cerebro. La aguja se coloca sobre el nervio que transmite el dolor y se destruye para que esta transmisión no se produzca.
Se aconseja a los pacientes que no participen en actividades extenuantes durante unas semanas después, pero se recomienda una actividad ligera y el paciente podrá volver al trabajo poco después del procedimiento.
Es importante señalar que el tratamiento no precisa ninguna baja laboral y que el paciente puede retomar su vida diaria normal de forma inmediata.
Si se ha realizado una infiltración, puede ser que el paciente sienta un dolor en el área donde se ha introducido la aguja, pero suele desaparecer en un par de días.
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