El cambio climático y su impacto en las alergias al polen: un desafío para la salud
Autore:El fenómeno del cambio climático es una realidad innegable que está dejando su huella en todo el planeta. Los efectos del calentamiento global se hacen evidentes a través de diversos indicadores, como:
- El aumento de la temperatura media mundial.
- El derretimiento de los glaciares.
- La frecuencia de fenómenos climáticos extremos.
Sin embargo, lo que quizás pase desapercibido para muchos es cómo estos cambios están afectando a las alergias al polen y, en consecuencia, a la salud de las personas alérgicas. A propósito de esto, el especialista en Alergología Ángel Moral de Gregorio dedica este artículo a explicar el vínculo entre ambos factores.
¿Cuál es la relación entre el cambio climático y la alergia al polen?
El informe más reciente del Grupo de Trabajo del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) señala que una parte significativa del aumento de la temperatura global se debe al incremento de los gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono (CO2), el metano o el óxido nitroso, liberados principalmente como consecuencia de la quema de gas, diésel y gasolina y también a causa de la deforestación. Estos gases no solo contribuyen al calentamiento global, sino que también tienen un impacto en las plantas y la producción de polen.
En concreto, los principales efectos de la emisión de gases de efecto invernadero y, en general, del calentamiento global sobre las plantas y la alergia al polen son:
- El CO2, aparte de su papel en el efecto invernadero, es también esencial para la fotosíntesis de las plantas. Si las plantas están expuestas a niveles elevados de CO2 y temperaturas más altas, se desarrollan a un ritmo más rápido y, en consecuencia, producen también más polen.
- Además, los contaminantes químicos del ambiente emitidos por los medios de transporte obligan a las plantas a modificar su metabolismo y producir proteínas de estrés, lo que hace que los pólenes sean más agresivos. Esta es la razón detrás de que haya menos personas alérgicas en entornos rurales que en las urbes o las localidades cercanas a autopistas, aunque haya una mayor densidad de plantas en los primeros.
- El cambio climático también está alterando el calendario natural de las plantas, adelantando la floración y prolongando las etapas de exposición al polen.
- El descenso en la frecuencia de las precipitaciones en algunas zonas ha llevado a la extinción de especies más vulnerables, que están siendo reemplazadas por plantas más fuertes y alergénicas, como las ambrosias y las amarantáceas.
¿Cómo afecta esto a los alérgicos?
Tal y como se adelantaba en el punto anterior, el impacto más evidente del cambio climático en la salud de los alérgicos reside en los siguientes puntos:
- El incremento de las concentraciones de polen.
- La presencia de proteínas nuevas y más agresivas en los propios granos de este alérgeno.
- La prolongación del período de exposición como consecuencia del aumento de las temperaturas.
Tanto es así, que se estima que para el año 2030, uno de cada cuatro españoles será alérgico al polen, un aumento significativo que se relaciona directamente con el cambio climático y la contaminación ambiental. De hecho, solo en las últimas dos décadas, regiones del interior como Castilla-León, Madrid o Castilla-La Mancha ya se han visto afectadas por un incremento de alérgicos del 50%.
¿Qué tipos de plantas son más propensas a producir polen alergénico?
No todas las plantas provocan problemas alérgicos, pero algunas especies son más problemáticas que otras. En España, el plátano de sombra, la salsola, las cupresáceas, el olivo las gramíneas y la parietaria son las principales culpables de alergias al polen. En ciertas regiones, otros tipos de polen, como el del abedul en Galicia o el de la palmera en el sur de la Comunidad Valenciana, también pueden causar molestias significativas.
Durante la última década, además, los principales tipos de alergia al polen han experimentado un aumento significativo. Algunos ejemplos de esto son:
- Las gramíneas producen un 74% de alergia, frente al 35% de hace unos años.
- La salsola ha pasado del 7% al 14%, igual que el plátano de sombra.
- El olivo ha aumentado a un 52% desde el 30% registrado previamente.
- La alergia a la arizónica ha pasado de un 9% a un 23%.
Este fenómeno se suma, en parte, a que los alérgicos pueden desarrollar reacciones a múltiples tipos de polen de forma simultánea, todo como resultado de la presencia de proteínas que todos comparten entre sí.
En consecuencia, es posible que las personas alérgicas sufran los síntomas de esta patología durante nueve meses al año, afectándoles por ejemplo las cupresáceas entre enero y marzo; los plátanos de sombra entre marzo y abril; los olivos y las plantas gramíneas entre mayo y junio; y la salsola y todas las amarantáceas entre julio y septiembre.
¿Cómo pueden adaptarse los alérgicos?
Para las personas alérgicas al polen, adaptarse a las condiciones cambiantes causadas por el cambio climático es esencial para mantener una buena calidad de vida. A continuación, se listan algunas recomendaciones:
- Eludir las actividades al aire libre en épocas de polinización elevada.
- Informarse de los niveles de polen a través de apps certificadas por la SEAIC (Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica), como Alerta Pólenes, Polen Control o el sitio web www.polenes.com.
- Mantener las ventanas cerradas y ventilar la casa temprano en la mañana o por la noche.
- Hacer uso de complementos como mascarilla o gafas de sol en el exterior durante épocas de niveles de polinización altos.
- Evitar la poda de árboles o cortar el césped.
- Al llegar a casa, ducharse y cambiarse de muda para evitar transportar el polen alergénico en las prendas o en la cabeza.
- Evitar tender la ropa y secarla durante días ventosos.
- Considerar el uso de purificadores de aire en espacios interiores y cerrados.
- Evitar automedicarse y asesorarse con un especialista si se presentan síntomas.
- Programar una cita con un alergólogo para un tratamiento completo.
¿Qué acciones pueden tomarse a nivel gubernamental para abordar el impacto del cambio climático en las alergias al polen?
En los últimos años, se han implementado medidas a nivel local y global para reducir el impacto del cambio climático, como pueden ser la reducción de la velocidad en la circulación vial, la peatonalización de las ciudades, el uso de energías renovables o el fomento de la compra de coches eléctricos que han conseguido su objetivo, reduciendo las concentraciones de NO2, SO2, PM10 y PM2,5; a diferencia del ozono troposférico, que sigue aumentando.
Sin embargo, muchas de estas medidas no tienen como objetivo la reducción de componentes biológicos como esporas o pólenes. Por ejemplo, por razones que tienen que ver con estética o economía, se hace uso en urbanismo de árboles como los plátanos de sombra, que requieren de poco riego, son baratos y crecen rápidamente. Sin embargo, tal y como se ha comentado anteriormente, estos árboles son una de las principales fuentes de alergia por polen.
En este sentido, algunas medidas para la correcta regulación de la implantación de vegetación en ambientes urbanos son:
- Disminución de la circulación motorizada en áreas con plantas alergénicas.
- Mantenimiento de las zonas verdes, especialmente de los céspedes, segando el florecimiento de gramíneas.
- Reemplazo de las especies alergénicas por otras que no lo sean.
- Uso de especímenes hembra, que no fabrican polen, en las especies en las que existe distinción de sexo.
- Poda controlada en zonas vulnerables justo antes de la época de floración, especialmente de plátanos de sombra, cipreses y aligustres.
- Uso de especies no alergénicas en los nuevos espacios verdes.