Ictus: síntomas, tratamiento y prevención
Escrito por:El ictus, conocido también como accidente cerebrovascular, ataque cerebrovascular o apoplejía, es la alteración transitoria o permanente de las funciones del encéfalo como consecuencia de una isquemia o de una hemorragia que se han producido en algún territorio de cualquiera de sus tres grandes elementos: el cerebro, el cerebelo y el bulbo raquídeo. El término ictus procede del latín y significa “golpe”, lo que denota su aparición brusca o súbita.
La forma más frecuente de ictus es la isquémica, producida por la falta de riego sanguíneo en un 80% de las ocasiones. Las hemorragias cerebrales o subaracnoideas, son menos frecuentes pero no por ello menos relevantes.
Síntomas del ictus
Los pacientes que sufren un ictus presentan síntomas relacionados con el área encefálica afectada. Los síntomas más destacados son la pérdida del habla, pérdida de la movilidad de las extremidades, o falta de visión. Puede acompañarse de dolor de cabeza intenso, pérdida de la consciencia o convulsiones.
Los síntomas pueden ser transitorios si las lesiones revierten en pocos minutos u horas, o bien pueden ser permanentes cuando existe daño irreparable o infarto cerebral. El ictus puede ser mortal si afecta zonas vitales del encéfalo o si es global. El ictus es la tercera causa de muerte en el mundo occidental, la primera causa de invalidez permanente entre las personas adultas y una de las principales causas de déficit neurológico en el anciano (demencia vascular).
Un ictus es una urgencia médica. Incluso los ictus transitorios deben ser estudiados adecuadamente para averiguar la causa y la posible prevención de otros nuevos accidentes. Lamentablemente, cuando los ictus permanentes acontecen, la capacidad de regresión de los síntomas es limitada. El tiempo transcurrido desde la aparición de los síntomas hasta la actuación especializada es de vital importancia para minimizar las consecuencias o secuelas de déficit neurológico. Por ello, en algunas comunidades se ha implantado con éxito el llamado “código ictus”, para la identificación y actuación sanitaria desde el mismo lugar de procedencia del paciente hasta su ingreso en centros de alta especialización. En ellos se intenta restablecer el flujo sanguíneo de las arterias ocluidas o parar la hemorragia de las arterias sangrantes. Se trata de perder el mínimo número de neuronas para tener la mínima secuela o déficit neurológico.
Causas del ictus
Más del 80% de los ictus son de tipo isquémico. Esta falta de riego puede ser debida a embolias procedentes del corazón (por arritmias, enfermedades valvulares o post infarto de miocardio) o de las arterias arterioscleróticcas que llevan sangre al encéfalo, carótidas y vertebrales. La causa también se puede deber a trombosis de los vasos intracraneales. Las hemorragias suelen generarse por rotura espontánea de pequeños aneurismas intracraneales o de vasos frágiles que se rompen por hipertensión arterial.
Otras causas menos comunes son los accidentes traumáticos cerebrales y las causas iatrogénicas por actuaciones diagnósticas o terapéuticas relacionadas con las arterias cerebrales.
Ictus: tratamiento
Los ictus se tratan en la denominadas “unidades de ictus” multidisciplinarias. El diagnóstico de certeza se realiza por técnicas de imagen radiológica. Dependiendo de las causas, el ictus se trata de una manera u otra. Los ictus isquémicos con menos de 6 horas de evolución se intentan recanalizar con técnicas de neuro-intervencionismo con aplicación de catéteres especiales para abrir las arterias y se combina con tratamientos farmacológicos como son los fibrinolíticos desde el mismo lugar donde se recoge al paciente y se continúa con anticoagulantes y/o antiagregantes plaquetarios.
Los ictus de causa carotídea se intervienen por el cirujano vascular para eliminar la placa causa de la embolia o alternativamente, se aplican stents. Las hemorragias se intentan tapar con embolizaciones terapéuticas por cateterismo o bien deben ser intervenidas por neurocirujanos. Un capítulo fundamental para la recuperación de las funciones dañadas es la rehabilitación precoz y mantenida a lo largo de meses. Los médicos rehabilitadores, los fisioterapeutas y logopedas tienen un papel relevante para minimizar las secuelas.
Cómo prevenir el ictus
La prevención, como en el resto de enfermedades cardiovasculares, consiste en evitar o controlar los llamados factores de riesgo: hipertensión, tabaco, hipercolesterolemia y diabetes.
Los aneurismas cerebrales son de origen congénito. Su detección precoz se produce especialmente en aquellos pacientes con antecedentes familiares de hemorragias cerebrales. Por supuesto, si se ha sufrido un accidente isquémico transitorio o un ictus es recomendable investigar la causa para poder eliminarla.
Por otro lado, no hay que olvidar que el consultar al especialista en caso de padecer uno de estos factores o de haber padecido un accidente isquémico transitorio o un ictus es la forma de prevención con más garantías. La estenosis de carótida se detecta mediante una ecografía-doppler. Esta prueba debería ser practicada en todo paciente con antecedentes de enfermedad cardiovascular de cualquier nivel, coronario o de miembros inferiores. También los pacientes con factores de riesgo cardiovascular pueden beneficiarse de este test indoloro y rápido.