Dependencia emocional y codependencia: ¿en qué se diferencian?

Será esclarecedor reflexionar sobre los términos “dependencia emocional” y “codependencia” y su uso habitual. Son muy utilizados y han ido adaptándose a los intereses de quien los usa, por ejemplo, “codependencia” es muy usado en el ámbito de las adicciones refiriéndose a las madres coraje que lo dan todo por su hijo adicto, que están absolutamente pendientes de su hijo para el cual viven de forma abnegada y totalmente altruista.

La codependencia se da también en otros ámbitos diferentes a las adicciones. Podríamos calificar a los codependientes como abnegados, siendo sus motivos altruistas aun con una desatención patológica hacia sus necesidades propias. Mientras que los dependientes emocionales son personas muy centradas en sus necesidades emocionales, motivadas en preservar la relación, en no perderla.

Cuidar y entregarse sería un fin para la persona codependiente y solo un medio para el dependiente emocional.

¿En qué consiste la dependencia emocional?

La persona dependiente emocional es alguien que no ha podido desarrollar un proyecto personal propio en el que la otra persona tenga cabida como parte de ese proyecto. Vive totalmente pendiente de la aceptación o rechazo de aquel al que dedica toda su atención para comprobar si recibe su afecto o rechazo.

El paciente dependiente emocional se quejará de su pareja constantemente, pero no querrá ni oír hablar de dejar la relación pues teme la soledad, cree que no podrá conseguir otra pareja, se siente indefenso/a y esto le paraliza ante la posibilidad de separarse. La consecuencia de esta situación es el sometimiento a la otra persona, no necesariamente una sumisión extrema sino algo más sutil, una forma de atenderlo por encima de sus propias necesidades, sin poder expresar lo que es, siente o piensa.

Las causas de esta situación de dependencia o sometimiento son específicas según cada historia personal, es decir, en cada persona se llega a la dependencia emocional de una forma concreta y única. Algunas personas se paralizan ante la simple posibilidad de tener que contrariar a nadie, debido a un rasgo de su personalidad formado en su infancia en la que no tenía ninguna posibilidad de contrariar a sus cuidadores. En cambio, otras personas que tuvieron infancias con amenazas para la integridad como una guerra pueden optar siempre por relacionarse con figuras de protección y no querer separarse por nada, aunque sea maltratada, ya que “sin él corro peligro”. La dependencia emocional tiene una causa distinta en cada persona, a veces por una intimidad sexual de gran intensidad, por sacrificio hacia el otro o por la necesidad narcisista de tener una pareja que luce exitosa frente a los demás.

¿Por qué alguien se queda enganchado a una persona, esperando obsesivamente su amor, sufriendo con cada señal de rechazo o alejamiento?

¿Cuál es el tratamiento de la dependencia emocional?

Primero, con un paciente dependiente emocional de entrada no se le debe incitar a que abandone la relación en la que se encuentra, pues esto puede precipitar a un estado de confusión mayor. Como decía, será necesario trabajar las fantasías, las angustias concretas o la historia de cada paciente que le ha llevado a tomar esa posición de sometimiento.

El trabajo terapéutico consistiría en ayudar al paciente a darse cuenta de los motivos de esta situación de sometimiento. No siempre es recomendable, o la mejor opción, algo tan traumático como la separación, muchas veces la ayuda consistirá en enseñar al paciente a escuchar al otro, a tenerle en cuenta sin anular sus propios deseos y seguir siendo uno mismo distinto de la otra persona, pero con sus virtudes y sus limitaciones. Ayudar a que el paciente comprenda que cuando el otro muestra un sentimiento de afecto o de rechazo hacia él/ella, no está reflejando lo que él/ella merece, sino que tiene que ver con lo que la otra persona es o necesita, lo que le está pasando a él y no lo que mereces tú.

Será necesario ayudarle a comprender que las causas del comportamiento del otro no están referidas a la aceptación o rechazo hacia él/ella y se deben a lo que merece o no merece. No se trata de hacerle ver al paciente lo mucho que vale, sino de que no entregue a la otra persona el poder de decidir cuánto vale o no vale. Esto favorecerá a que el paciente pueda ir teniendo pequeñas experiencias en las que comience a autoevaluarse, y junto con la terapia le permitirá liberar al paciente del sometimiento que siempre vivió.

Hay pacientes narcisistas que cuando se les hace ver su sometimiento reaccionan con una mínima modificación de conducta por puro voluntarismo enfrentándose a esa situación e incluso separándose de su pareja. Sin embargo, no realizan un cambio real que le ayude a continuar la vida liberado y sin darse cuenta de por qué le atribuye tanto poder al otro, sin darse cuenta de cómo se ve a sí mismo y cómo ve al resto.

El especialista en Psicología debe de tener la habilidad de hacer sentir al paciente que es él/ella quien está progresando y logrando una mayor autonomía, y que este cambio no es solo por la ayuda del terapeuta, enseñándole a diferenciar sus deseos de los del otro, incluso de los del propio especialista.