La soledad, ¿debe evitarse o aprender a convivir con ella?
Escrito por:La soledad es ese estado de carencia voluntaria o involuntaria de compañía que frecuentemente se asocia al malestar. Según el escritor finlandés Mika Waltari, es patrimonio de la edad adulta. Realmente los niños necesitan un adulto que les acompañe en su crecimiento. Esto significa tener a alguien pendiente de uno, que le observa, le interesa conocerle para poder atender sus necesidades físicas y emocionales. En la edad adulta, si uno mismo no se atiende con ese mismo interés, no se podrá encargar de su propia vida de forma saludable. Entonces predominará el malestar y el sentimiento de soledad, causa común en la consulta de Psicología.
Soledad en la relación con uno mismo
Del mismo modo que la soledad se experimenta cuando falta contacto con otras personas, también aparece cuando faltan conexiones con aspectos de uno mismo, puede que hacia aquello que provoca miedo.
Cuanto más se evita el contacto con uno mismo, más tensión y sufrimiento se genera. Es común escuchar “me da miedo estar solo”, este es el temor de encontrarse con uno mismo. Estar bien con uno mismo permite superar el miedo a la soledad, que es el espacio idóneo para conocerse en profundidad. El moralista francés Marqués de Vauvenarques dice que "la soledad es al espíritu lo que la dieta es al cuerpo".
La sensación de soledad, incluso en alguien acompañado, provoca un malestar interno ligado al tipo de relación con uno mismo. Esta relación muchas veces está llena de exigencias que no se pueden satisfacer, lo cual conduce a mirarse de forma recriminatoria e intolerante, lo que implica tener un mal sentimiento dentro de uno mismo. El hecho de tomar conciencia de que no se puede ser perfecto ayuda a aceptarse a uno mismo, con debilidades y defectos.
Cuando la mirada es severa puede lesionarse la confianza en lo bueno de uno mismo. Esto, en consecuencia, aumenta la suspicacia respecto a los demás, con el consiguiente aislamiento.
Aprovechar la soledad para conocerse a uno mismo
Para conocerse a uno mismo se necesita honestidad, humildad y valentía. Es cuestión de concienciarse sobre las propias miserias, los errores y todo aquello de uno mismo que desagrada o limita. Al principio este proceso puede resultar doloroso al afrontar y asumir la verdad que teníamos interiorizada. Nos hace personas más libres y permite mirar a los demás con empatía y comprensión.
La soledad ofrece el escenario para conocerse mejor. La independencia sana se da cuando no se necesita tener a alguien que te sostenga, cuando se sabe vivir con la soledad. Será entonces cuando realmente se dará el placer de compartir la vida con otras personas.
Soledad en personas dependientes
Las personas dependientes no soportan la soledad y su objetivo es conseguir ser amadas, que alguien les preste atención. Estas personas tienen un vacío interno, un pozo sin fondo que quieren llenar y siempre sienten que les falta algo.
Normalmente las personas dependientes dudan de ser personas valiosas y dignas de ser amadas. Les aterroriza la idea de conocerse y rechazan la posibilidad de ver aspectos de uno mismo que no les gusten, posiblemente también se privan de apreciar las capacidades que puedan tener.
Vivir la soledad de forma positiva
La soledad ofrece una oportunidad para conocerse mejor y mejorar la relación con los demás y con uno mismo. Según el filósofo Alemán Friedrich Nietzsche “la valía de un hombre se mide por la soledad que puede soportar”: vivir la soledad como una experiencia positiva significa estar satisfecho con uno mismo, disfrutar de la propia compañía y tratar de comprender el mundo interior de uno mismo.
Aunque la tendencia humana básica nos lleva a buscar compañía como forma de garantizar la supervivencia de la especie, es necesario experimentar estados de soledad para poder establecer relaciones de calidad con los demás.
En definitiva, el sentimiento de soledad provoca malestar e incluso ansiedad, y está ligado a la falta de conexión con aspectos rechazados de uno mismo. Pero el estado de soledad es una buena oportunidad para asumir y afrontar la verdad que reside en el interior.