¿Qué factores suelen propiciar la ansiedad?
Escrito por:Es cierto que muchos factores ambientales tienen en sí mismos una determinada carga de estrés. Muchos de estos son potencialmente ansiógenos porque nos solicitan una gran demanda de recursos, lo que nos obliga a poner en marcha mecanismos de afrontamiento.
Pueden ser acontecimientos estresantes como la realización de un examen o hablar en público; positivos como un nuevo trabajo, el nacimiento de un hijo, etc., o también negativos como las discusiones, enfrentamientos en general, problemas de salud, una agresión, un accidente, etc.
En ocasiones, algunos acontecimientos, por su gravedad, nos llevan a reaccionar de forma drástica, haciendo responder a nuestro sistema de manera urgente. En la mayor parte de las ocasiones los acontecimientos no son tan graves, pero sí son variados y mantenidos en el tiempo, con lo que mantendrán un alto grado de activación generalizada.
Sin embargo, lo que en último término propicia que se tenga ansiedad o no, de qué manera y en qué grado, son los factores de tipo individual. Esto es así porque dos personas no pueden vivir la misma situación de la misma manera. Dependerá de cada individuo, de su estilo cognitivo y de su manera de enfrentarse al mundo. En realidad, esto no es más que el resultado de la historia personal de cada uno de nosotros y de sus experiencias previas, empezando por lo más básico, el estilo de crianza que recibimos en su momento.
¿A qué edad es más frecuente tener ansiedad?
En primer lugar, la ansiedad siempre está presente, porque es una emoción que forma parte de nosotros y está ligada a la supervivencia. Puede manifestarse a cualquier edad, con diferentes síntomas y en diferente intensidad. En los niños tiene que ver más con acontecimientos vitales que les hayan generado miedo y con vivencias que hayan podido hacerles interiorizar la incontrolabilidad del ambiente.
En adolescentes es más frecuente, ya que en esta etapa se generan cambios importantes, tanto a nivel hormonal como cognitivo, los cuales desarrollan nuevos planteamientos y expectativas que muchas veces suponen un choque con la propia realidad. Entonces empiezan a tener un mayor contacto con esta y se exponen más a la interacción social y a retos personales.
A medida que comenzamos la edad adulta es cuando se muestra un mayor incremento. El motivo es porque es en esta etapa cuando se adquieren más responsabilidades y se tiene que lidiar con situaciones complicadas. Además, también genera ansiedad el propio descuido de los hábitos saludables. Normalmente, con la madurez somos más conscientes de nuestros estados y es cuando puede identificarse más claramente este trastorno.
¿Qué síntomas presenta?
La ansiedad presenta multitud de síntomas. Estos son muy dispares y varían según la persona y el momento.
Uno de los más comunes es la dificultad para respirar, manifestándose en la necesidad de suspirar, cogiendo más aire cada menos tiempo. Otros serían la taquicardia y la presión en el pecho. También es muy común que el sueño se vea afectado, pasando a ser un sueño entrecortado y con sobresaltos, el cual se traduce en cansancio durante el día. Por otro lado, encontraríamos también la agitación motora, los pensamientos negativos y catastrofistas, la sensación angustiosa de inquietud, la irritabilidad, la idea de ineficacia, la sudoración excesiva, etc.
Sin embargo, hay una infinidad de síntomas diferentes que se pueden manifestar: visión borrosa, pitidos en los oídos, vértigo o mareo, cambios en el apetito, molestias gástricas, dolor de cabeza, ganas de llorar, la idea de perder el control, miedo a volverse loco, sensación de irrealidad e incluso el miedo a morir. Todos estos síntomas también varían mucho en la intensidad.
¿Cuáles son sus características?
Un ataque de ansiedad consiste en la sensación repentina de descontrol y desbordamiento incontrolado de varios de los síntomas antes mencionados, dando lugar a un miedo atroz a perder la vida o a que algo terrible vaya a pasar. Lo normal es que ocurra de manera inesperada, incluso en un momento donde parece que estamos tranquilos, tras un intenso periodo de gran activación. Este “efecto sorpresa” o el hecho de pillarnos desprevenidos, pasando de estar normal a sentir de repente una enorme activación, hace que el efecto sea mucho más intenso y perturbador.
¿Cómo debemos actuar ante un ataque de ansiedad?
Sostenernos en la intensidad de la emoción desde la calma y la aceptación. Normalizar la situación y centrarnos en la propia respiración, haciéndola cada vez más profunda y lenta. Aunque es muy desagradable, entender que no pasará nada malo y que solo durará unos minutos. Es una sensación que desborda a la persona, pero que se diluye en pocos minutos. Resulta complicado entenderlo en ese momento, pero es muy importante saber que funciona como una U invertida. Cuando alcanza su pico máximo, en unos minutos baja y pasa. Nadie muere, ni se vuelve loco. La respuesta de ansiedad es contraria a eso. Es una respuesta de activación, en este caso máxima, pero no de desactivación.
¿Cuándo debemos acudir a un especialista?
No hace falta llegar a estar mal para acudir a un especialista. Podemos acudir al empezar a identificarla para poner en marcha estrategias que nos ayuden a no seguir en esa línea. Hay que tener en cuenta que la ansiedad actúa como una señal de aviso de un potencial peligro y normalmente nos pide modificar algo que no va bien. La ansiedad pide poner límites y respetarnos a nosotros mismos. Por lo tanto, se trata de cambiar los hábitos, los pensamientos o el enfoque de nuestra vida.
Si esa identificación de problemas o cambios no se lleva a cabo a tiempo es cuando realmente pasa a ser intenso y continuo, pudiendo llegar a ser realmente invalidante. Esto hace que dejemos de hacer ciertas cosas y nos sintamos más limitados. En cualquier caso, lo más recomendable es acudir a un especialista para obtener ayuda profesional que nos permita salir de esa situación.