La retinopatía engloba a todas las enfermedades no inflamatorias que afecten a la retina. Las más comunes son la retinopatía hipertensiva, una complicación de la retinosis pigmentaria y de la hipertensión arterial y la retinopatía diabética. La retinopatía diabética se trata de la retinopatía más común, y consiste principalmente en una complicación vascular de la diabetes que afecta a los ojos de aquel que la padece.
La diabetes como tal es una enfermedad metabólica que lesiona vasos sanguíneos de pequeño tamaño de la retina con una descompensación metabólica. La retina es una capa fina de tejido sensible a la luz que cubre la parte externa del ojo.
El problema está causado principalmente por el daño que reciben los vasos sanguíneos que van desde el tejido sensible a la luz que se encuentra en el fondo del ojo. Los daños pueden provocar una pérdida de visión considerable e irreversible.
Cualquier persona afectada por diabetes, sea de tipo uno o de tipo dos, corren el riesgo de padecerla.
Existen dos tipos de retinopatía diabética, la precoz y la avanzada:
- Retinopatía diabética precoz: es la conocida como retinopatía diabética no proliferativa, en la que no crecen nuevos vasos sanguíneos y el daño se limita a la retina. Conforme se obstruyen los vasos, la retinopatía aumenta de leve a grave. En ocasiones, la parte central de la mácula se inflama produciéndose un edema macular.
- Retinopatía diabética avanzada: es la conocida como retinopatía diabética proliferativa, en la que los vasos sanguíneos se cierran causando la aparición de nuevos vasos anormales que pueden perder sangre en el vítreo. El tejido cicatrizal creado puede provocar un desprendimiento de retina. Si estos nuevos vasos interfieren en el flujo, puede producirse una acumulación de presión que puede producir glaucoma.
La retinopatía tiene cuatro etapas:
- Retinopatía no proliferativa ligera: etapa más temprana de la enfermedad en la que aparecen micro aneurismas.
- Retinopatía no proliferativa moderada: alguno de los vasos sanguíneos de la retinas se obstruyen conforme avanza la enfermedad.
- Retinopatía no proliferativa severa: numerosos vasos se encuentran bloqueados, haciendo que varias partes de la retina no reciban sangre.
- Retinopatía proliferativa: la retina envía señales para que aparezcan nuevos vasos sanguíneos. Estos nuevos vasos son frágiles y anormales, creciendo a lo largo de la retina y de la superficie del vítreo. En el momento en el que estos vasos pierden sangre, pueden ocasionar una pérdida severa de visión o ceguera.
Normalmente, los resultados de la retinopatía tras ser tratada suelen ser positivos para el paciente. En el momento en el que se logra controlar la hipertensión, se recupera la visión normal y apenas se ve afectada por secuelas de la enfermedad.
No obstante, en los casos en los que el paciente no recibe un diagnóstico a su debido tiempo, la enfermedad progresa, convirtiéndose en una retinopatía hipertensiva crónica, aumentando con ella las posibilidades de perder la visión. Estadísticamente hablando, pacientes con retinopatía hipertensiva en grado III tienen algo más del 605 de posibilidades de sobrevivir, y en grado IV tan solo un 21%.
Un diagnóstico temprano y acertado se antoja básico para el tratamiento y la curación de la retinopatía.
La retinopatía es una enfermedad asintomática durante sus primeros estadios, aunque con el avance de la enfermedad pueden aparecer algunos síntomas tales como:
- Manchas o hebras oscuras, moscas volantes, denominadas miodesopsias
- Visión borrosa
- Visión alterada de los colores
- Zonas de visión oscura
- Visión variable
- Pérdida paulatina de visión
- Dificultad para leer
En el momento en el que se produce una acumulación de líquido en la zona central de la retina, hablamos de edema macular diabético, siendo esta la principal causa de pérdida de visión.
A la hora de diagnosticar la retinopatía, se debe analizar el estado del ojo y de la retina con una angiografía-OCT (Tomografía de Coherencia Óptica), que permite detectar cualquier patología de la retina que pueda amenazar la visión del paciente.
A su vez, se combina la angiografía con las siguientes pruebas:
- Examen por dilatación: se dilatan las pupilas para examinar el estado de la retina y del nervio óptico
- Prueba de agudeza visual
- Angiografía con fluoresceína
- Examen con lámapara de hendidura
La enfermedad de la diabetes es causante de cambios en el azúcar presente en la sangre que el cuerpo utiliza como energía para realizar sus distintas funciones. En el momento en el que existe un nivel alto de azúcar en sangre, éste se puede acumular en los vasos sanguíneos obstaculizando el flujo sanguíneo.
La diabetes se clasifica en dos tipos, diabetes tipo 1 y diabetes tipo 2.
- Diabetes tipo 1: el paciente necesita suministrar insulina a su cuerpo, ya que éste no es capaz de producirla por sí mismo.
- Diabetes tipo 2: el paciente está considerado insulino-resistente. En este caso, el paciente produce insulina pero el cuerpo no la utiliza como debe, produciendo más insulina de la habitual.
Se trata de una enfermedad que no siempre se puede prevenir, aunque los exámenes regulares de la vista así como el control de la presión arterial y del nivel de azúcar en sangre pueden ayudar a esta prevención.
En el caso de que el paciente tenga diabetes, debe controlarla, así como controlar en nivel de azúcar en sangre. A su vez, también debe mantener el colesterol y el nivel de presión arterial bajo control, así como dejar hábitos nocivos como el tabaco.
A su vez, para pacientes con diabetes existen una serie de factores de riesgo que pueden inducir a la retinopatía:
- Tiempo de duración de la enfermedad, cuanto más tiempo, más riesgo
- Mal control del nivel de azúcar en la sangre
- Presión arterial alta
- Colesterol alto
- La paciente se encuentra embarazada
- Tabaquismo
- Los afroamericanos, los hispanoamericanos y los indígenas estadounidenses tienen más probabilidades de sufrirla
El tratamiento de la retinopatía variará en función del grado en el que se encuentre la enfermedad, así como su grado de gravedad.
- Retinopatía diabética precoz: en este caso es posible que el paciente no necesite tratamiento inmediato, aunque con el especialista se controlará el estado de la enfermedad
- Retinopatía diabética avanzada: en este caso se necesitará tratamiento quirúrgico inmediato, ya que existe retinopatía diabética proliferativa o edema.
- Tratamiento focal láser: suspende o retrasa la filtración de sangre y líquido en el ojo
- Tratamiento extenso con láser: reduce los vasos sanguíneos anormales
- Vitrectomía: se realiza una pequeña incisión para retirar la sangre que hay en el vítreo y las cicatrices de la retina.
La cirugía retrasa o suspende la progresión de la enfermedad, pero no supone su cura.
El o los especialistas encargados de diagnosticar y tratar la retinopatía y sus problemas derivados son los Oftalmólogos.