¿Cuáles son los síntomas?
Las hernias umbilicales son muy comunes, especialmente en los bebés y se caracterizan por un abultamiento alrededor del ombligo que puede agrandarse al reír o toser. Por lo general son indoloras en bebés y niños, sin embargo, en los adultos que la desarrollan, la inflamación también puede ir acompañada de dolor y malestar.
¿Qué provoca la hernia umbilical?
La hernia umbilical se desarrolla a causa de un debilitamiento en la pared abdominal a la altura del ombligo. Si el orificio a través del cual pasa el cordón umbilical durante el embarazo no se cierra correctamente después del nacimiento, puede provocar una hernia, ya sea al nacer o más adelante en la vida. En adultos, el exceso de presión en la cavidad abdominal puede aumentar la posibilidad de sufrir una hernia umbilical.
¿Cómo puede prevenirse?
Hay poco que pueda hacerse para prevenir las hernias umbilicales al nacer, sin embargo, hay ciertos factores de riesgo para los adultos. Cualquier cosa que aumente la presión en la cavidad abdominal, como la obesidad, hacer esfuerzos al mover o levantar objetos pesados, una tos fuerte y persistente, la ascitis (líquido en el abdomen) y los embarazos múltiples (gemelos, trillizos, etc.), puede aumentar el riesgo de sufrir una hernia umbilical.
¿Cuál es el tratamiento?
En los bebés, la hernia umbilical muy a menudo desaparece por sí sola: la hernia vuelve hacia dentro y el músculo la cierra de nuevo cubriéndola. En adultos, una hernia umbilical generalmente empeora con el tiempo.
En la mayoría de los casos, se aconseja esperar hasta que un niño haya cumplido los cuatro o cinco años de edad para ver si la hernia desaparece antes de considerar la cirugía, excepto en los casos en los que la hernia es muy grande o si hay otras complicaciones.
En la mayoría de adultos, las hernias umbilicales se tratan con cirugía para presionar el tejido abdominal hasta devolverlo a su lugar y cerrar la pared abdominal. Entre las complicaciones se incluye la obstrucción, en la que una parte del intestino se atasca fuera del abdomen y puede provocar náuseas, vómitos y dolor y molestias.
El estrangulamiento, en el cual se corta el flujo de sangre a la parte del intestino que forma la hernia, es una complicación potencialmente grave y requiere tratamiento de emergencia para evitar la necrosis del tejido atrapado.