¿Tienes un dolor crónico que te limita en tu vida diaria?
Escrito por:Si te encuentras en la situación de depender de medicación cada vez que debes salir de casa por temor a que el dolor te impida realizar tus actividades, este artículo resultará relevante para ti.
El temor al dolor inducido por el movimiento se conoce como síndrome de ansiedad por dolor durante el movimiento o kinesiofobia. Aunque el dolor es una experiencia común a todos, cuando se convierte en un obstáculo persistente que provoca ansiedad y evita el movimiento, puede transformarse en un síndrome complejo y debilitante.
¿Qué es la kinesiofobia?
La kinesiofobia, también conocida como Síndrome de ansiedad por dolor durante el movimiento, es un trastorno en el cual el dolor recurrente y la ansiedad se fusionan, generando un ciclo destructivo que impacta profundamente la calidad de vida de los afectados.
Aunque es normal sentir cierta preocupación por el dolor o las lesiones, en este síndrome estas preocupaciones se magnifican, limitando drásticamente la capacidad de la persona para llevar una vida activa y saludable. La kinesiofobia provoca un miedo intenso que resulta en una importante evitación de actividades físicas y movimientos que podrían desencadenar o aumentar el dolor.
¿Qué consecuencias puede llegar a tener?
Con el paso del tiempo, la ansiedad se intensifica y el paciente tiende a evitar cada vez más actividades, lo que afecta tanto su vida personal como sus tareas cotidianas, como el cuidado personal, la limpieza del hogar, las compras, el trabajo, el cuidado de los familiares mayores o el juego con los hijos.
Si esta situación persiste y la persona no busca la ayuda de profesionales capacitados, pueden surgir consecuencias biopsicosociales graves, como el sedentarismo, un miedo y una incertidumbre extremos, trastornos alimentarios, pérdida de autoestima e incluso depresión.
¿Cuáles son las principales causas?
El desarrollo del síndrome de kinesiofobia puede manifestarse de diversas maneras y es el resultado de una interacción compleja entre factores físicos, psicológicos y sociales. Aunque la kinesiofobia es un fenómeno complejo que no tiene un modelo único, podemos identificar varios desencadenantes potenciales:
- Lesiones físicas anteriores. Experiencias previas de lesiones o dolor recurrente pueden aumentar la probabilidad de desarrollar este síndrome, ya que las personas pueden temer una recaída.
- Factores psicológicos. La catastrofización del dolor, donde la persona magnifica el dolor y sus consecuencias, además de sentir que no hay solución para su problema, puede desempeñar un papel importante en el desarrollo de este síndrome.
- Comportamiento en espejo. Observar a familiares o amigos experimentar dolor o ansiedad relacionada con el movimiento puede influir en el desarrollo de la kinesiofobia.
- Estrategias de afrontamiento ineficaces. El uso prolongado de estrategias de afrontamiento ineficaces, como el reposo absoluto en lugar de la actividad física y la rehabilitación, puede contribuir al síndrome.
- Trastornos de ansiedad preexistentes. Las personas con trastornos de ansiedad preexistentes, como el trastorno de ansiedad generalizada, pueden estar en mayor riesgo de desarrollar kinesiofobia.
- Desconfianza en los profesionales sanitarios. El exceso de información y la incapacidad del paciente para discernir una información adecuada y adaptada a su problema, sumado a la falta de tiempo del profesional durante sus consultas, puede romper el vínculo de confianza entre el paciente y el terapeuta, generando dudas e incertidumbre.
- Dolencia sin explicación médica. La ausencia de diagnóstico o inexactitud durante el proceso diagnóstico también puede ser un factor importante que genera ansiedad y afirma el sentimiento de catastrofismo en la persona.
¿Existe un tratamiento?
Afortunadamente, la kinesiofobia tiene solución. Un equipo multidisciplinario capacitado, basado en un enfoque biopsicosocial y en la pedagogía, es fundamental para superar este miedo al movimiento:
- Equipo multidisciplinario: acompañar al paciente desde diversas áreas al mismo tiempo, donde los profesionales adoptan un enfoque centrado en la persona, es esencial para mejorar la calidad de vida. Trabajar con fisioterapeutas, psicólogos, nutricionistas y médicos proporciona una orientación específica y personalizada para superar la kinesiofobia.
- Enfoque biopsicosocial: abordar las tres dimensiones fundamentales del ser humano se convierte en un elemento indispensable para tratar estos síndromes complejos. La personalización del acompañamiento nos permite adaptarnos a las necesidades y demandas del paciente en cada etapa del proceso hacia la mejora.
- Pedagogía: fomentar la comprensión, el entendimiento y la toma de conciencia por parte del paciente facilita la mejora de la situación y le permite retomar el control de su vida. Proporcionar información precisa sobre la relación entre el movimiento y la salud puede ayudar a desmitificar creencias erróneas y reducir el miedo al movimiento.
Conclusión
El Síndrome de ansiedad por dolor durante el movimiento, también conocido como kinesiofobia, es un trastorno complejo que afecta a numerosas personas en todo el mundo y en una amplia gama de experiencias dolorosas. Sin embargo, es importante tener en cuenta que existen estrategias efectivas para abordar esta condición y mejorar la calidad de vida.
Con el apoyo y el enfoque adecuados, incluyendo la rehabilitación física, la terapia psicológica y un enfoque gradual en el movimiento, las personas pueden superar esta situación y recuperar la capacidad de disfrutar de una vida activa y saludable. Ante cualquier duda es esencial consultar con un especialista con experiencia.