¿Son las gafas de sol la solución para protegerse de la radiación solar?

Las gafas de sol son un accesorio imprescindible para proteger nuestros ojos de la radiación solar. Al igual que utilizamos protector solar para cuidar nuestra piel, debemos elegir unas buenas gafas con protección UV para evitar problemas como conjuntivitis, cataratas o lesiones en la retina. Además, es importante empezar a utilizarlas desde una edad temprana.

¿Cuál es el tipo de gafa más eficaz para la protección solar?

Al seleccionar unas gafas de sol es fundamental asegurarnos de que bloqueen los rayos ultravioletas y absorban la mayor parte de la radiación luminosa de alta energía. El filtro solar es el sistema que indica el grado de absorción de la luminosidad de las gafas de protección solar. Las gafas polarizadas son especialmente eficaces para filtrar los rayos de luz horizontal, eliminando los reflejos. Mientras que los cristales fotocromáticos se adaptan automáticamente a los cambios de luminosidad.

Lo primero que debemos tener en cuenta a la hora de seleccionar unas gafas de sol es que las gafas que elijamos deben bloquear los rayos ultravioletas o rayos UV y absorber la mayor parte de la radiación luminosa de alta energía. El filtro solar es un sistema de etiquetado y medición que sirve para indicar el grado o la capacidad de absorción de la luminosidad que tienen las gafas de protección solar.

¿Se tienen que usar gafas diferentes según el lugar donde vayamos?

Es recomendable utilizar diferentes filtros solares dependiendo del lugar y la actividad que se realice. Por ejemplo, en días muy luminosos se deben utilizar filtros más oscuros para evitar el deslumbramiento, mientras que en días de otoño o invierno se pueden utilizar lentes degradadas o con filtros más claros que permiten pasar más luz ambiente. Para conducir se recomiendan los polarizados y para deportes náuticos o de invierno los espejados.

Las gafas polarizadas se caracterizan por ser especialmente eficaces a la hora de filtrar los rayos de luz que inciden de forma horizontal en las superficies, lo que elimina esos molestos reflejos sin ser demasiado oscuras. Por su parte, los cristales fotocromáticos son sensibles a la luz y se adaptan automáticamente a los cambios de luminosidad tanto en exteriores como en interiores, lo que te permite tener las gafas graduadas y las gafas de sol todo en uno: sin cambiar de gafas ni de cristales.

La normativa europea que regula las gafas de sol fija cinco categorías de filtro solar, del 0 al 4, de menor a mayor protección. En la temporada de verano, con días muy luminosos, son recomendables los filtros más oscuros, que dejan pasar menos luz y, por tanto, evitamos el deslumbramiento que nos provoca estar expuestos al sol. En días de otoño o invierno se pueden utilizar lentes degradadas o lentes con filtros más claros que dejan pasar más luz ambiente.

Además, los filtros solares se han de adecuar al uso que vayamos a dar a las gafas de sol. Por ejemplo, para conducir se recomiendan los polarizados, que evitan los reflejos, y para deportes náuticos o esquí los espejados.

¿Es consecuente la luz solar para algunas personas más que para otras?

En general, los ojos claros son más sensibles a la luz solar, ya que cuentan con menos protección que los oscuros. Esto se debe a que los claros tienen menos pigmento, y por tanto la luz que entra en el ojo no se absorbe bien, sino que se refleja en su interior, lo que provoca una saturación de los receptores.

Otro factor que aumenta el riesgo de sufrir los daños en los ojos por efecto del sol es una mayor transparencia del cristalino, como en los niños, que facilita la entrada de radiación UVA en el ojo, por lo que es especialmente importante la protección solar ocular desde edades tempranas.

No obstante, hay que recordar que una exposición prolongada y sin protección al sol puede provocar daños en los ojos como la queratitis, fotofobia y otras lesiones.