La importancia del entrenamiento para el ser humano

Ahora que ya intuimos que hay que cuidarse, comer bien, ser felices y reir mucho, y no envenenarnos conscientemente con tabaco, exceso de alcohol, etc, podemos, y debemos añadir una parte fundamental, una que requiere esfuerzo y dedicación, pero que será nuestra mejor defensa contra la atrofia que nos rodea, el entrenamiento físico.

Entrenamientos diferentes para cada persona

Cada uno tiene sus gustos y hay innumerables actividades físicas y deportes que poder practicar, más que el tiempo disponible seguramente del que dispongamos para todos los que nos interesan. Pero no hablo de gustos, hablo de evolución humana y de aquello para lo que estamos mejor preparados.

Cierto es que cada uno tiene su genética, y está demostrado también que hay quien tiene más facilidad para levantar peso y sus genes les dan una gran masa muscular pronto, otras personas están más condicionadas para correr y tienen una resistencia inigualable y otras, con grandes capacidades físicas y mentales pero a las que un problema cardiaco, sanguíneo, cerebral, etc, puede aconsejar modificar los parámetros de su entrenamiento por seguridad.

Pero salvando esas diferencias interpersonales, el ser humano en general, está hecho para actividades multitarea muy completas, variadas, y que desde una base de gasto energético leve-moderado durante periodos largos, de tipo aeróbico, se puede someter a intervalos puntuales de alta intensidad o de gran esfuerzo anaeróbico.

El ser humano como especie

Sólo tenéis que imaginar para ello un grupo de personas viviendo en la naturaleza, que es su día a día recogen leña, suben a árboles a por frutos, nadan para vadear un rio, reparan su cabaña, andan para desplazarse de un lugar a otro, pero que de repente, necesitan dar un gran salto, deben levantar una serie de troncos o rocas ante un derrumbamiento, deben perseguir una presa, o huir de un depredador, o cualquier otra actividad intensa que se os ocurra. Pues es lo que llevamos haciendo 100.000 años como especie...

No somos tortugas, ni perezosos, ni reptiles, ni morsas, aunque a veces acabemos pareciéndolo, somos homo sapiens, pero un homo sapiens enjaulado y sobrealimentado, como los animales de algunos zoológicos, que se atrofia, engorda y enferma, aunque lo mantengas vivo con medicación crónica, cirugías y cuidados paliativos, no deja de haber perdido su esencia y de ir contra su naturaleza. Lo que pasa es que como se trata de algo que vemos con tanta frecuencia en la sociedad, lo asumimos como normal, además es cómodo... pero no es lo deseable ni lo que se debe dejar entender a nuestros hijos como lo "normal".

Entonces, si hablamos de una vida sana, en la que comamos bien, nos cuidemos, y mantengamos una actividad física leve-moderada durante largos ratos al día, ya sea andar, ir en bici, nadar, arreglar el jardin, o subir escaleras, sólo nos faltaría añadir una parte de alta intensidad en intervalos, que nos permita aumentar nuestra fuerza y capacidad de respuesta, y desarrolle nuestro cuerpo plenamente según el potencial que tenemos por naturaleza. (Artículo 3 de 3).