Este “fallo” provoca inflamación en diferentes partes del cuerpo y da lugar a manifestaciones muy variables en cada paciente.
Existen diferentes tipos de lupus:
- Lupus erimatoso sistémico: el más corriente, puede ser leve o agudo y puede hacer daño a muchas partes del cuerpo.
- Lupus discoide: este tipo de lupus provoca una erupción en la piel que no se va.
- Lupus cutáneo subagudo: origina ampollas tras la exposición al sol.
- Lupus inducido por medicamentos: está causado por algunas medicinas. En los casos normales cuando cesa la toma del medicamento en cuestión, la enfermedad desaparece.
- Lupus neonatal: no es una enfermedad común y afecta a los recién nacidos. Es posible que lo origine ciertos anticuerpos de la madre.
Pronóstico de la enfermedad
Actualmente la ciencia médica aún no ha conseguido ningún método para la curación del lupus, esta enfermedad aún a día de hoy registra muertes en pacientes que no han recibido un tratamiento adecuado. Pese a todo si el tratamiento es acertado es extraño que un paciente muera por lupus, incluso el 80-90% de los pacientes diagnosticados con lupus viven más de 10 años después de conocer que padecen la enfermedad. Por otro lado los pacientes que tienen algunos órganos afectados por la enfermedad pero que su vida no está en riesgo suelen disfrutar de una vida completamente normal si siguen los consejos de su especialista:
- Tomar los medicamentos recetados.
- Buscar ayuda en caso de que los efectos sean indeseables o aparezcan nuevos síntomas de la enfermedad.
Síntomas del lupus
El lupus puede presentar diversos síntomas que dependen de cada persona. Los síntomas más comunes suelen ser:
- Dolor o hinchazón en las articulaciones.
- Dolor muscular.
- Fiebre sin conocimiento de la causa.
- Sarpullidos rojos en la piel, principalmente en la cara y en forma de mariposa.
- Dolor en el pecho al respirar de forma profunda.
- Pérdida de pelo.
- Dedos de las manos o pies blancos o de color morado.
- Sesibilidad a la luz del sol.
- Hinchazón en las piernas o en la zona de los ojos.
- Úlceras en la boca.
- Glándulas inflamadas.
- Sensación de extremo cansancio.
Estos síntomas pueden ser intermitentes, se les denomina “brotes”. Estos brotes pueden ser leves o graves y pueden aparecer nuevas sintomatologías en cualquier instante.
Pruebas médicas para el lupus
De la misma manera que con los síntomas, no hay una única prueba para diagnosticar el lupus, porqué en ocasiones puede llegar a confundirse con otras enfermedades. Hasta que un especialista logre diagnosticar el lupus pueden pasar meses o años. Algunas de las pruebas médicas que puede utilizar el especialista para diagnosticar el lupus son:
- Historial médico.
- Examen completo.
- Análisis de sangre.
- Biopsia de piel.
- Biopsia de riñón.
¿Cuáles son las causas del lupus?
Actualmente se desconoce la causa del lupus así como sus factores de riesgo. Todas las personas pueden sufrir lupus, sin embargo, suele afectar más a las mujeres, normalmente se inicia en la juventud y con mayor frecuencia en la raza negra, asiática e hispanoamericana. Además, las mujeres afroamericanas e hispanas son más susceptibles de sufrir los tipos más graves.
¿Se puede prevenir el lupus?
El lupus puede aparecer sin ningún tipo de síntomas, por lo tanto es difícil saber si se puede prevenir de alguna forma por completo durante la vida de una persona. La mejor cosa que puede hacer una persona en reducir las probabilidades de que aparezca el lupus, siendo consciente de llevar una dieta equilibrada y haciendo ejercicio, es decir, llevar un estilo de vida saludable.
- Cuidar la alimentación: Con solo consumir alimentos correctos, llevando una alimentación de vida saludable, puede prevenir la inflamación de los órganos, precisamente uno de los síntomas principales del lupus. También es importante asegurarse de que los alimentos que come no contengas sustancias químicas perjudiciales, como pesticidas o medicamentos.
- Hacer ejercicio: Realizar una vida activa evitando el sedentarismo puede ayudar a desarrollar resistencia, controlar su peso incluso mejorar su estado de ánimo. Revise con su especialista el tipo de ejercicio que puede realizar, porqué los órganos afectados con lupus podrían complicar la práctica de algún ejercicio concreto.
- Tomar suplementos: De esta manera se puede añadir valor nutricional a su alimentación y también puede ayudar a disminuir la inflamación en todo el cuerpo. El aceite de kril, por ejemplo, tiene nutrientes que pueden causar mejoras en su salud cardiovascular mediante un consumo regular.
Tratamientos para el lupus
No existe ningún tratamiento para la cura del lupus, pero los medicamentos y realizar cambios en el estilo de vida pueden ayudar a tomar el control de la enfermedad.
En cuanto a los objetivos de cada tratamiento son:
- Evitar los brotes.
- Tratar los síntomas en cuanto aparezcan.
- Reducir el daño a los órganos y otros problemas.
Los tratamientos podrán ir acompañados de medicamentos para:
- Reducir la inflamación y el dolor.
- Evitar o reducir los brotes.
- Ayudar al sistema inmunitario.
- Reducir o prevenir el daño a las articulaciones.
- Equilibrar las hormonas
Aparte de tomar medicamentos para el lupus, puede que deba tomar medicamentos para otros problemas que tienen que ver con la misma enfermedad, como los altos niveles de colesterol, la alta presión arterial o algunas infecciones. Por otro lado existen tratamientos alternativos que toman otro camino totalmente diferente a los tratamientos convencionales. Pero en la actualidad no existen investigaciones médicas que informen de terapias alternativas existentes y útiles para combatir el lupus. Algunos enfoques alternativos o que tienen un a función complementaria pueden ayudar a mejorar la calidad de vida de una enfermedad crónica como lo es esta. Cabe recordar que antes de realizar cualquier tratamiento alternativo debe consultar con el especialista en cuestión.
¿Qué especialista lo trata?
Los pacientes que padecen lupus pasarán por diversos médicos. Al inicio un médico de atención primaria podrá diagnosticar la enfermedad y más tarde acudirá a un reumatólogo (especialista en las enfermedades que afectan a músculos y articulaciones). Luego el paciente debe ser controlado por un reumatólogo o un internista con experiencia en el manejo de las enfermedades autoinmunes, quien pautará el tratamiento evaluando la eficacia vigilando la aparición de efectos secundarios y complicaciones. En ocasiones, se puede requerir a participación de otras especialidades, como dermatología, nefrología o cardiología, según los órganos afectados. Dado que se trata de una enfermedad crónica, que exista una buena relación médico-paciente es fundamental, dando la información necesaria, de forma comprensible, para que el paciente pueda participar en las decisiones sobre su tratamiento.