La verdad sobre el uso de la morfina
Autore:La morfina es uno de los fármacos más efectivos frente al dolor moderado y severo, pero a la vez es uno de los más estigmatizados. Popularmente se ha establecido una vinculación de esta sustancia opiácea con problemas de adicciones y respecto a ello, el Dr. Juan Pablo Oglio, especialista en anestesiología y reanimación de la Unidad de Tratamiento del Dolor de Mis Tres Torres, apunta que “la pregunta habitual de los pacientes cuando les prescribimos morfina es si se van a enganchar y si van a poder hacer vida normal tomándola”.
Frente a esta estigmatización, el doctor aclara que el temor a una posible adicción no es infundado, ya que “un uso continuado de la morfina puede enganchar, siempre puede haber algún paciente, sobre todo en franjas de edad jóvenes, que puede acabar desarrollando una adicción”. Por otro lado, también el doctor Oglio recuerda que hay que diferenciar entre tolerancia, dependencia y adicción.
¿En qué se diferencian tolerancia, la dependencia y la adicción?
La tolerancia implica aumentar las dosis del fármaco para alcanzar el mismo nivel administrado anteriormente. El especialista de Mis Tres Torres reconoce que “este es uno de los problemas de los fármacos mórficos, que no tienen techo analgésico. Empiezas con una dosis baja y si el paciente siente dolor, la puedes aumentar. Si vuelve a tener dolor, puedes seguir aumentando la dosis progresivamente”.
Este uso continuado de la morfina puede acabar desembocando en una dependencia física. En los casos en los que se interrumpe bruscamente el tratamiento, el paciente puede empezar a experimentar una serie de síntomas desagradables. En palabras del doctor: “es lo que denominamos síndrome de abstinencia” y se puede manifestar a través de diferentes síntomas como: mal humor, sudoraciones, sofocos, temblores, náuseas, etc.
Hay otro tipo de dependencia, la dependencia psicológica, que comúnmente se conoce como adicción. Esta se da cuando se usa la morfina para lograr un estado psicológico diferente al normal.
¿Se puede reducir la dosis de morfina?
Es posible, pero lo primero que conocer es el motivo por el cual ha sido necesario incrementar paulatinamente la dosis y determinar si ha sido por tolerancia o porque la enfermedad ha empeorado. “Si la enfermedad remite, lo que intentamos es bajar la dosis de morfina. Para ello es necesario hacer terapia con el paciente. Avisarle de que se va a empezar a disminuir la dosis y que este proceso puede ser complicado. Hay personas que lo toleran muy bien pero en ocasiones se generan síndromes de abstinencia”, describe el experto en anestesiología y reanimación.
En la actualidad, la mayoría de guías médicas de referencia a nivel mundial dan la consigna de intentar utilizar los mínimos opioides en los tratamientos. Desde la Unidad de Tratamiento del Dolor siguen estas indicaciones a la hora de prescribir los tratamientos. “Lo que intentamos es evitar tratamientos que conlleven el uso de morfina, pero hay patologías, e incluso algunos postoperatorios, en los que es inevitable su aplicación”, concluye el doctor Juan Pablo Oglio.