Evaluación y tratamiento psicológico de pacientes con daños cerebrales adquiridos
Autore:Tras un daño cerebral adquirido se presenta una sintomatología muy heterogénea en cuanto a sus manifestaciones clínicas, dependiendo de la zona en la que se haya producido la lesión.
A nivel cognitivo encontramos principalmente problemas de memoria, dificultades atencionales, trastornos de la percepción (agnosias), apraxias, heminegligencias, alteraciones en el lenguaje y la comunicación, perdida de la capacidad de cálculo, desorientación espacial, temporal y personal, lentitud en el procesamiento de la información, dificultades en las funciones ejecutivas y anosoagnosia.
A nivel emocional suele observarse con frecuencia una mayor irritabilidad, frecuentes expresiones de ira, síntomas de depresión y bajo estado anímico, labilidad emocional, impaciencia, ansiedad, apatía y falta de iniciativa.
El abordaje psicoterapéutico no debe olvidar el apoyo familiar y el entorno inmediato en el que se desarrolla la vida del paciente, puesto que los familiares de las personas que han sufrido un daño cerebral se enfrentan a una nueva situación en la que es frecuente que se produzcan cambios de roles en la estructura familiar, desajustes emocionales de todas las partes y afectación de la economía y el estilo de vida familiar. No obstante, será la presencia de las alteraciones conductuales que se producen en la persona que sufre el daño el principal motivo del sufrimiento que sufre la familia, complicando el proceso de adaptación a la nueva situación.
Estrategias más efectivas considerando la diversidad de casos
El objetivo del proceso de evaluación en Neuropsicología es conocer qué capacidades cognitivas se encuentran afectadas en cada paciente, cuáles están preservadas e identificar la existencia de alteraciones emocionales y conductuales consecuente al daño cerebral.
En general, engloba la recogida de datos clínicos del paciente. Por un lado, la información sobre aspectos previos a la lesión, su historia clínica y el daño cerebral sufrido y, por otro lado, la valoración de las funciones cognitivas, emocionales, comportamentales y adaptativas. Este proceso se realiza mediante la entrevista y exploración clínicas, además de la administración de pruebas neuropsicológicas especializadas y adaptadas a cada caso en particular.
En cuanto al tratamiento no podemos concretar que haya una intervención única y eficaz, sino que el tratamiento debe ajustarse a las características de cada afectado. El principal objetivo de un programa de rehabilitación neuropsicológica será, por tanto, favorecer la autonomía personal, la toma de conciencia de las dificultades y la elaboración de un nuevo proyecto de vida. Por lo que todas las intervenciones deben tener en común el abordaje integral de todas las dificultades que padece el paciente en cada ámbito de su vida y siempre en coordinación con los diferentes profesionales que intervengan.
Es importante que la familia colabore en la rehabilitación, ya que pasan más tiempo con ellos y pueden, a través de la dotación de herramientas, participar activamente como coterapeutas.
La rehabilitación irá encaminada a recuperar, en la medida de lo posible, aquellas competencias que se han visto afectadas. Esto se realizará mediante un entrenamiento dirigido hacía la estimulación de estas, compensando aquellas que no se pueden rehabilitar y potenciando las habilidades preservadas o mecanismos alternativos o de sustitución. Con el objetivo final de permitir la generalización y la trasferencia de los logros obtenidos a las actividades funcionales de su vida diaria.
Desafíos comunes en la práctica clínica
Uno de los principales problemas los encontramos a la hora de trabajar con un paciente con daño cerebral es la falta de conciencia del déficit o anosoagnosia, ya que está muy relacionada con la falta de motivación e implicación en el proceso terapéutico que habitualmente se observa en estos pacientes.
La propia lesión y la nueva situación a la que se enfrentan desencadenan mecanismos de negación, relacionados con la evitación de la angustia que supone su nueva vida. Esto nos lleva a la necesidad de un abordaje conjunto que integre la intervención neuropsicológica con aquella más estrictamente psicológica en la que se aborden los factores más psicológicos, conductuales, adaptativos y/o emocionales que están repercutiendo en el proceso de recuperación y ajuste. Más, teniendo en cuenta que una mayor conciencia de la propia discapacidad se ha asociado con mayores niveles de ansiedad y cuadros más tendentes a la depresión.