¿Qué significa sufrir un secuestro emocional?
Written in association with:Si alguna vez has oído hablar de la inteligencia emocional seguramente ya conozcas los términos de emoción, sentimiento y estado de ánimo. Es importante conocer en qué se diferencian unos y otros, ya que tienen una duración diferente. La emoción dura desde segundos hasta una serie de minutos, el sentimiento puede durar unas cuantas horas o incluso un par de días. Por último, la duración del estado de ánimo es mucho mayor.
Otra diferencia entre conceptos es la zona del cerebro donde se estimula. El cerebro límbico es la parte que más se estimula cuando estamos sintiendo una emoción. El neocórtex es la que se estimula cuando estamos sintiendo un sentimiento.
A modo resumen:
- Los sentimientos son reacciones que eliges tener.
- La emoción siempre va primero, sin emoción no va a haber un sentimiento.
- Una emoción se siente, un sentimiento se piensa.
Una manera correcta de empezar a conocer mejor nuestra inteligencia emocional es identificando nuestras emociones.
Secuestro emocional
Este concepto se trata de una hiperestimulación de la amígdala y para entender lo que provoca en nuestro cerebro vamos a poner el símil de una barrera. Imaginemos una barrera entre el cerebro límbico (encargado de nuestras emociones) y el neocórtex (encargado de las habilidades cognitivas las cuales nos permiten razonar). Esta barrera impide su comunicación y con ello el pensar racionalmente y así actuar en función a nuestra emoción.
Este, entre otros efectos, puede provocar pérdidas de memoria, no recordar detalles al verse afectado el hipocampo puesto que como hemos dicho se impiden las comunicaciones. De ahí que cuando nos pregunten “¿y qué te dijo?” o “¿cómo iba vestido?” quizá digamos “no me acuerdo”.
Fruto de esa desconexión, hasta que no “pasa la tormenta” no somos capaces de analizarlo. Esto puede ser sinónimo de: cuando la emoción está alta, la inteligencia está baja. Así que, un primer TIP que os proponemos y ayuda a regularnos es: párate, respira y cuenta hasta 10.
Párate, respira, y cuenta hasta 10
Seguramente lo hayas oído a lo largo de tu vida, y como casi todos los dichos tienen parte de verdad. Tardamos entre 4 y 8 segundos en desmontar esa “barrera” entre el cerebro límbico y el neocórtex. Es decir, precisamente se trata de una estrategia muy inteligente porque, cuando empiezas a contar, activas el neocórtex y la lógica de tu cerebro. Por lo que, detente, respira, tómate un vaso de agua y analiza la situación.
Cómo gestionar mis emociones antes de este momento. El primer paso para gestionar es saber interpretar. Según el modelo de habilidad de Mayer y Salovey, la inteligencia emocional es un conjunto de 4 habilidades: identificar, utilizar, comprender y manejar adecuadamente las emociones.
Para saber identificar qué estás sintiendo, céntrate en prestarte atención y pregúntate:
- Cómo estoy de energía del 0 al 10.
- Del 0 a 10 cuán agradable es lo que estoy sintiendo ahora mismo (sin etiquetar).
- Dónde estoy sintiendo en mi organismo (por ejemplo, ¿estoy sintiendo frío o calor?, ¿cómo está mi respiración?, ¿estoy tenso o quizá mi postura corporal sea encorvada?).
Las seis emociones básicas: ira, alegría, sorpresa, asco, tristeza y miedo
Paul Ekman realizó una investigación en que comprobó que existe una serie de expresiones que son universales e interculturales y nos ayudan a la hora de interpretar la inteligencia emocional (las seis emociones básicas representadas en el centro de la imagen).
- Ira. Sentimiento de enfado, irritabilidad o indignación cuando se es agraviado u ofendido.
- Alegría. Sensación agradable de satisfacción y bienestar.
- Sorpresa. Malestar o asombro ante algo inesperado.
- Asco. Condena o intenso desagrado hacia algo repulsivo o repugnante.
- Tristeza. Sensación de desdicha o infelicidad.
- Miedo. Aprehensión provocada por generalmente por sensación de amenaza, peligro, o dolor.
Fruto de la combinación de éstas existen multitud de emociones secundarias.
¿Cómo utilizar mis emociones?
Cuando nos vayamos a enfrentar a cualquier situación, debemos ser conscientes de qué estamos sintiendo y para qué nos sirve en lo que queremos hacer.
Somos conscientes de que las emociones afectan a nuestras habilidades cognitivas. Por eso resulta clave identificar cuáles son las habilidades cognitivas más importantes que tenemos que poner en juego y darnos cuenta de cómo alguna de las emociones que mayoritariamente sentimos nos afectan.
Por ejemplo si estamos en una reunión de trabajo y queremos presentar nuestro producto necesitaremos habilidades de venta y negociación. ¿Qué emoción me aportaría más beneficios para lograr mi objetivo: miedo u orgullo?
Pregúntate: ¿Es el momento de sentir esto?, ¿Lo estoy sintiendo con la persona correcta?, ¿Lo estoy sintiendo de la forma correcta? O bien ¿Lo estoy expresando de forma correcta? Una vez respondidas a las preguntas intenta comprender qué está sucediendo, qué estás pensando y cómo estás sintiéndolo.
Nuestro propio estado emocional está condicionando por cómo interpretamos la realidad
En diferentes estudios con metodología de seguimiento ocular donde se mostraban diferentes imágenes positivas, negativas y neutrales se han observado claramente dos efectos: una vigilancia temprana ante estímulos amenazadores en sujetos con puntuaciones elevadas en ansiedad; y un sesgo atencional hacia estímulos negativos así como una difícil desconexión de estos en sujetos con puntuaciones elevadas en depresión.
Lo cual se convierte en un círculo vicioso: me siento triste y presto atención a estímulos tristes, por lo que difícilmente dejaré de estar triste.
Así que, una manera es mejorar nuestro autocontrol. Para conseguirlo es importante aprender a detectar qué cosas y situaciones te generan emociones muy intensas. Entre el estímulo y la respuesta está nuestra capacidad de decidir. Por último, otro aspecto importante es trabajar nuestra asertividad.