El parto y su impacto sobre suelo pélvico

El parto es el principal factor de riesgo de los problemas de suelo pélvico. La salida del bebe provoca que durante unos minutos o unas horas todas las estructuras musculares, fasciales y ligamentosas que rodean las paredes del canal del parto estén sometidas al máximo estiramiento posible. En ninguna otra situación de nuestra vida cotidiana se va a producir semejante estiramiento.

Factores en el parto que aumentan el riesgo de sufrir alguna lesión

Existen multitud de factores en el parto que hacen que una mujer tenga más o menos riesgos de sufrir alguna lesión en suelo pélvico por sobreestiramiento o por presión. Algunos de los factores no dependen del proceso del parto, como los efectos de las hormonas sobre el suelo pélvico, la genética (que determina la calidad de los músculos y del colágeno), la edad o el peso del bebé.

Otros factores que sí pueden influir en un mayor o menor daño en suelo pélvico:

• El uso de instrumental, como fórceps o espátulas.
• La protección perineal que realiza el obstetra o la matrona durante la salida de la cabeza del bebé.
• La posición de la madre durante la expulsión o incluso la del bebé: cuando la carita del bebé asoma hacia delante, es decir, hacia el pubis, hay más riesgo de lesión en suelo pélvico.
• La velocidad con la que nace el bebé.

Como consecuencia, puede que partos muy traumáticos, incluso con el uso de fórceps, no causen excesivos daños al suelo pélvico. Sin embargo, puede haber partos considerados muy naturales y rápidos que, en cambio, provoquen grandes alteraciones. Esto hace que sea imprescindible una correcta evaluación de suelo pélvico en el postparto para conocer el estado de los músculos, de las fascias y ligamentos.

Es importante que la mujer sea consciente de si tiene un suelo pélvico vulnerable o no y, por tanto, si tiene que adoptar algún cuidado especial para evitar problemas a largo plazo. Por ello, es recomendable acudir a una especialista en suelo pélvico. Además, hay que tener en cuenta que puede haber mujeres que no tengan síntomas de pérdidas de orina o de heces pero que su suelo pélvico se encuentre alterado y dañado y son estos casos los más importantes de detectar para poder hacer un correcto plan preventivo.