¿Cómo se hace el diagnóstico de epilepsia? La importancia del EEG y de su correcta interpretación
Written in association with:La epilepsia no es una enfermedad, sino un conjunto de ellas muy variadas en sus causas y pronósticos, que tienen en común la facilidad para provocar crisis epilépticas de manera recurrente.
El diagnóstico de epilepsia es fundamentalmente clínico y se apoya en dos pruebas complementarias principales: el electroencefalograma (EEG) y las pruebas de neuroimagen que muestren una lesión claramente epileptógena.
¿En qué consiste el electroencefalograma?
El EEG consiste en el registro de la actividad eléctrica cerebral por un especialista que sepa integrar esta información con el contexto clínico del paciente y es una de las pruebas más específicas en el diagnóstico de epilepsia, dado que es imprescindible para caracterizar adecuadamente el tipo de epilepsia o síndrome epiléptico y elegir el tratamiento más adecuado.
Según la definición de la Liga Internacional contra la Epilepsia de 2014 un EEG puede diagnosticar Epilepsia con un solo episodio clínico, en contraste con la práctica anterior que requería dos episodios clínicos claros. Esto subraya la importancia del EEG en el diagnóstico de la epilepsia.
Tradicionalmente, el valor del EEG en el diagnóstico de la epilepsia era especialmente relevante con la repetición de los registros, ya que así se aumentaba la posibilidad de que algún registro mostrara estas anomalías.
La realización de registros acompañados de videos más prolongados ha aumentado y acelerado notablemente el rendimiento diagnóstico de esta técnica. Sin embargo, los estudios epidemiológicos han establecido que estas anomalías pueden ocurrir en el EEG de personas sin epilepsia y, por tanto, Iibres de crisis. Las tasas reportadas de actividad epileptiforme en poblaciones no epilépticas y libres de convulsiones varían enormemente, llegando a ser tan bajas como el 0,1 % y tan altas como el 12,7 %, por lo que se desconoce la verdadera prevalencia. Una reciente revisión de la literatura estimó la prevalencia de actividad epileptiforme en personas sin epilepsia en un 1,74%, siendo algo mayor en niños y ancianos.
Estos estudios son especialmente complicados, ya que la interpretación del EEG puede ser más subjetiva de lo que uno esperaría en una prueba diagnóstica, dependiendo enormemente de la calidad de adquisición del trazado y de la experiencia del profesional que lo interpreta. Es por ello, que los errores diagnósticos en epilepsia no son infrecuentes. En concreto, el más serio es el de considerar epileptiforme a variantes de la normalidad en el EEG, lo que conduce a un diagnóstico erróneo con las consecuencias que esto acarrea. De hecho, la combinación de síntomas vagos e inespecíficos con anomalías equívocas en el EEG es una causa relativamente común de diagnósticos inapropiados de epilepsia y es algo que hay que evitar a toda costa.