¿En qué consiste?
En una ecografía Doppler, se pasa un dispositivo sobre la piel en el área que se va a examinar. El dispositivo envía ondas sonoras de alta frecuencia para rebotar en los glóbulos rojos, midiendo el flujo sanguíneo en un vaso sanguíneo particular. Se aplica un gel en la piel, dependiendo de la ubicación de los vasos sanguíneos que se van a examinar. Luego, se pasa un dispositivo (el transductor) por la piel. Se puede utilizar esfigmomanómetros para comparar la presión arterial.
¿Para qué sirve?
Una ecografía Doppler se utiliza para detectar el flujo sanguíneo que a su vez puede ayudar a diagnosticar una multitud de afecciones incluyendo coágulos sanguíneos, arterias bloqueadas o estrechas y aneurismas (arterias protuberantes) entre otras. También se puede utilizar para controlar el flujo sanguíneo después de una cirugía e incluso para monitorizar la salud de un bebé antes de nacer. ¿Cómo prepararse para ello? La técnica es no invasiva y se necesita muy poca preparación. Se aconseja ropa suelta y es posible que sea necesario quitarse los objetos tales como corbatas o medias, ya que hay que pasar un dispositivo sobre la piel. También puede ser necesario dejar de fumar, ya que la nicotina puede estrechar los vasos sanguíneos.
¿Qué se siente durante el procedimiento?
Una ecografía Doppler no causa dolor o incomodidad, aunque los pacientes pueden escuchar el sonido de la sangre pasando por sus arterias, experimentando un sonido silbante.
¿Qué podría significar un ‘mal’ resultado?
Los resultados se interpretan para determinar si hay un estrechamiento o bloqueo en las arterias. Los resultados normales indican que la presión sanguínea es normal y no hay estrechamientos o bloqueos. Un ‘mal’ resultado estaría indicado por la detección de un flujo sanguíneo atípico que puede ser indicativo de algunas afecciones. Estos resultados serán interpretados por un médico.