¿Por qué se realiza?
Hay diferentes tipos de cirugía endocrina, dependiendo del órgano que se vea afectado y del tipo de patología. En el caso de las glándulas tiroideas, puede ocurrir que las glándulas aumenten de tamaño, es un problema muy frecuente llamado bocio. No en todos los casos hay que operarlo, pero puede pasar que las glándulas tiroideas comiencen a comprimir las estructuras vecinas y se vean dificultades para tragar, se produzcan cambios en la voz etc. Las glándulas tiroideas también pueden sufrir de otras patologías como el hipertiroidismo (exceso de hormona tiroidea), el hipotiroidismo (disminución o cese definitivo de la hormona tiroidea), o cáncer de tiroides. En cuanto a las glándulas paratoideas, puede ser que se produzcan diversas patologías relacionadas con el hiperparatiroidismo, entre ellas el hiperparatoidismo primario, definido como el exceso de producción de PTH generando una movilización del calcio desde los huesos a la sangre. Un nivel alto de segregación por parte de las glándulas suprarrenales puede producir diferentes tipos de patología, dependiendo de la hormona segregada en exceso. Hablamos del síndrome de Cushing (exceso de glucocorticoides), Síndrome de Conn (con niveles altos de aldosterona), y el síndrome de virilización (exceso de esteroides sexuales), entre otros.
¿En qué consiste la cirugía endocrina?
Existen diferentes tipos de operaciones en función de la condición del paciente y el estado de la enfermedad. En la mayor parte de los casos, se aplica la extirpación de la glándula que se ve afectada por la enfermedad. Esto también depende del tipo de alteración en las glándulas, ya que la cirugía puede variar en función de una patología u otra.
Preparación para la cirugía endocrina
Antes de la intervención es obligatorio realizar las pruebas básicas preoperatorias, que incluye el electrocardiograma, la radiografía de tórax, la analítica de sangre y otros estudios complementarios más complejos dependiendo de la cirugía a realizar. A no ser que el cirujano indique lo contrario, los pacientes deben ingresar en ayunas, sin haber ingerido ningún tipo de líquido o alimento durante las 8 horas previas a la intervención.
Cuidados tras la intervención
En cuanto a la higiene, tiene que ser mínima durante la primera semana. Se puede realizar un lavado secuencial cada 2 días, contando también con la aplicación del antiséptico en la zona operada, retirando previamente el apósito protector que se habrá despegado durante la ducha. Pasada la primera semana, se puede empezar a lavar la herida a diario con agua y jabón neutro. La comida tiene que mantenerse a los mismos niveles que en el hospital, es decir continuar al menos con tres comidas diarias. Es importante mantener el nivel de hidratación alto y no realizar ninguna dieta que pueda afectar el organismo. Las limitaciones en cuanto a movilidad son leves y puede haber dolor o rigidez en la zona operada. También es importante que durante los primeros días se mantenga un reposo absoluto e ir incorporando las actividades paulatinamente, siguiendo las instrucciones del cirujano.