¿Por qué se realiza?
La artroscopia de rodilla se emplea para solventar lesiones en la rodilla. Así, las lesiones de menisco son una de las patologías más comunes y, gracias a la artroscopia, se permite conservar la mayor parte de los meniscos, ya que la resección no es completa sino parcial. Las suturas meniscales y la posibilidad de trasplantar el menisco con artroscopia de rodilla son técnicas habituales que permiten proteger mejor el cartílago de la articulación.
Otra de las lesiones más peligrosas relacionadas con la práctica deportiva es la ruptura del ligamento cruzado anterior. Si este se lesiona provoca una inestabilidad en la rodilla que imposibilita que el paciente pueda realizar prácticamente ningún deporte. Si la inestabilidad continúa puede lesionar estructuras colindantes, tales como los meniscos y los cartílagos. De ahí que sea necesario reconstruir el ligamento cruzado anterior con injertos, accediendo a la articulación mediante artroscopia.
Por otra parte, las lesiones de cartílago (condropatías, artrosis u osteocondritis) son también muy frecuentes. Conservar el cartílago será también conservar la articulación, evitando el desgaste de la rodilla.
¿En qué consiste?
El especialista en Traumatología realizará las pequeñas incisiones en la rodilla para poder acceder a ella. Primeramente rellenará la articulación de la rodilla con una solución estéril y extraer cualquier líquido turbio. Así podrá ver claramente y al detalle la articulación.
A continuación el especialista introducirá el artroscopio (un dispositivo muy delgado con una cámara en su extremo) en la rodilla. Este aparato envía las imágenes al monitor de la televisión, para que el cirujano pueda ver todas las estructuras al detalle. A través de los otros orificios el cirujano introducirá el material quirúrgico que le permitirá abordar la lesión y reparar las estructuras dañadas.
Es un procedimiento que no suele durar más de una hora. Tras ello el paciente será trasladado a una sala de rehabilitación y podrá abandonar el hospital al cabo de las dos horas, más o menos.
Preparación para la artroscopia de rodilla
Antes de la cirugía el paciente debe someterse a un examen físico completo para que el especialista evalúe su salud y cualquier anomalía que pueda interferir en la artroscopia. Asimismo, el paciente deberá informar al cirujano de la medicación que tome, para que este le indique cuáles debe dejar de tomar antes de la intervención. También se realizarán algunas pruebas preoperatorias complementarias, tales como resonancia magnética, electrocardiograma o analíticas de sangre.
Cuidados tras la intervención
La recuperación tras la artroscopia es más rápida que la cirugía abierta convencional. Sin embargo, deben seguirse los consejos del especialista para que la rodilla se recupere correctamente.
Es normal que el paciente sufra inflamación en los días posteriores a la intervención, por lo que se recomienda que tenga la pierna elevada durante esos primeros días tras la cirugía. Asimismo, la aplicación de hielo aliviará el dolor y reducirá la inflamación.
También deberán curarse las incisiones, manteniéndolas limpias y secas. El especialista le indicará al paciente cuándo podrá ducharse o cambiar el vendaje.
Por otra parte, al poco de la intervención el paciente deberá empezar ejercicios de rehabilitación con un especialista en Fisioterapia, quien establecerá un programa adecuado al paciente y la lesión. Esto le ayudará a restablecer el movimiento y fortalecer los músculos de la rodilla.
Alternativas a este tratamiento
La alternativa a la artroscopia de rodilla será la cirugía abierta convencional, que solo se emplea actualmente en casos más graves, en que haya que colocar una prótesis. Cualquier otra técnica supondrá una mayor invasión en la rodilla y peor postoperatorio.