Síndrome del bebé sacudido, nervios que provocan daños irreparables

Editado por el 23/02/2020

El Dr. González Costea es un especialista en Oftalmología de Murcia experto en patologías oculares tanto en adultos como en niños. En este artículo explica qué es el síndrome del bebé sacudido, una patología que se produce a consecuencia de un zarandeo excesivo en un bebé que puede causarle daños oculares irreversibles. 

 

Los niños son seres frágiles que dependen de los adultos en su periodo de crecimiento. El síndrome del niño zarandeado es un problema causado por los padres o adultos que zarandean agresivamente al menor y que genera causas irreversibles, por lo que hay que tener mucho cuidado en cómo se les trata.

 

En qué consiste el síndrome del bebé sacudido

El cráneo de los bebés se caracteriza por ser duro cuando se está formando, ya que el cerebro es blando y hay que protegerlo bien. Cuando el niño es zarandeado de forma agresiva, este cerebro tan blando golpea muy fuerte contra las paredes del cráneo en repetidas ocasiones. Esto provoca muchos síntomas que supondrán un problema neurológico grave, en muchas ocasiones irreversibles.

El síndrome del niño zarandeado se da cuando el adulto agarra al bebé por el brazo o el tronco y lo zarandea de forma muy agresiva.

 

Por qué se da el síndrome del bebé sacudido

No existe ninguna predisposición genética a sufrir el síndrome del niño zarandeado, ya que se da cuando hay una acción agresiva sobre el bebé. Se suelen relacionar estos actos agresivos a los padres jóvenes, a aquellos que tenían unas expectativas de lo que es la paternidad y no es lo que esperaban, a los padres que toman drogas o a los que sufren problemas psicológicos.

Una de las causas más habituales del síndrome del niño zarandeado es el llanto desmesurado del bebé. Muchos padres pierden la paciencia cuando ven que no pueden hacer nada para acabar con el llanto y, al ponerse nerviosos, zarandean agresivamente al niño.

Algunos padres temen provocar este síndrome cuando el niño se está ahogando, pero no es una causa frecuente. Cuando el niño se ahoga hay que ponerlo boca abajo y dar dos golpes en la espalda, pero esto no tiene ninguna relación con agitarles la cabeza.

 

El síndrome del bebé sacudido puede causarle daños irreversibles

 

Síntomas del síndrome del bebé sacudido

Hay un bajo porcentaje de niños que sufren lesiones oculares graves, que pueden acabar en ceguera. Una pequeña parte de los menores que sufren el síndrome del niño zarandeado, normalmente con menos de un año, acaban falleciendo al no recuperarse de las lesiones provocadas.

Lo habitual es que el zarandeo se pueda detectar por lesiones físicas como pueden ser hematomas y moratones, aunque en algunos casos pueden no verse. Cuando no hay estos síntomas físicos, el médico puede sospecharlo si el niño presenta convulsiones o no tiene ganas de comer. Si esto se detecta, el médico suele pedir un estudio de fondo de ojo para detectar si hay hemorragias retinianas, intraretinianas o subretinianas. Esto se da en la mayoría de los casos de niños que sufren el zarandeo agresivo.

Otros síntomas que provoca el síndrome son la parálisis cerebral, la pérdida de audición o alteraciones en el comportamiento.

Si el médico tiene sospechas de que el niño ha recibido malos tratos se ve obligado a comunicarlo al juzgado.

 

Cuándo se manifiestan los síntomas del síndrome del bebé sacudido

El síndrome del niño zarandeado provoca dos tipos de lesiones, las inmediatas y las que aparecerán a lo largo de la maduración. Las inmediatas suelen ser las hemorragias, ya que la laceración de los vasos provocado por la violencia se manifiesta en el mismo momento. Cuando hay inflamación o edema en el cerebro, el niño podrá acabar mostrando trastornos en el lenguaje, no podrán mantener el cuello o tendrán retraso en el habla y al caminar.

 

¿Se puede tratar el síndrome del bebé sacudido?

El pequeño error de unos padres que pierden los nervios acaba desarrollando secuelas irreversibles, para las que no hay ningún tipo de tratamiento. La única esperanza es que no se vean afectadas las zonas más sensibles del cerebro del niño, esperando que los síntomas sean lo menos graves posible.

La única manera de tratar el síndrome es la prevención, hay que tener paciencia con los bebés y evitar perder el control. Existen asociaciones dirigidas a ayudar a aquellos padres que consideren que no son pacientes con sus hijos o que pierden el control cuando tratan con ellos. Si los padres detectan que la pérdida de control es grave, deben hacer una visita al psiquiatra.

Oftalmología en Murcia