¿Qué es un trauma psicológico?
Escrito por:Etimológicamente, la palabra trauma deriva del griego y significa herida. Tomando como referencia a Pierre Janet (1859-1947 París), filósofo, psicólogo y neurólogo francés que hizo importantes contribuciones al estudio moderno de los desórdenes mentales, definiríamos al trauma psicológico como “el resultado de la exposición a un acontecimiento estresante e inevitable que sobrepasa los mecanismos de afrontamiento de la persona”.
Avanzando en la complejidad de esta problemática, podríamos ampliar esta definición añadiendo que se trata de un acontecimiento, o acumulación de acontecimientos de diferente intensidad, que hieren nuestro sentido de seguridad y bienestar, y que activan o promueven el desarrollo de creencias falsas o destructivas sobre nosotros mismos y/o sobre el mundo y los demás.
¿Existen causas recurrentes de traumas psicológicos?
A menudo, cuando oímos hablar de trauma tendemos a asociarlo a problemas originados por grandes desastres naturales o a situaciones graves causadas por el hombre, como guerras, accidentes o abusos. Sin embargo, desde el prisma de la salud mental, un trauma psicológico puede ser provocado por situaciones muy diversas; bien sean estas puntuales o reiteradas, o de mayor o menor intensidad.
Los especialistas diferenciamos entre Traumas con "T" por la gran magnitud de sus causas, o traumas con "t" cuyo origen está relacionado con hechos, aparentemente, de menor importancia, como por ejemplo: situaciones de desprotección, humillación, cambio de roles en la familia, rupturas sentimentales o pérdida de un empleo, entre otros.
Sin embargo, la importancia (relativa) de las causas del trauma no determina la calidad del daño que éste produce. Es decir, puede ser tan dañino un Trauma, con T mayúscula, como un trauma con t minúscula, ya que sus efectos dependerán de cada persona, de su historia, del entorno psico-afectivo en el que se desarrolle y del momento en que se haya producido el incidente y de su posible reiteración a lo largo del tiempo.
Es interesante destacar que en el manual de referencia para el diagnóstico de los trastornos mentales se produce un cambio de paradigma relevante, en el que, precisamente, el acento recae sobre la reacción del individuo y no sobre el evento que origina el trauma.
Así pues, el trauma, sin importar su origen, afecta de tal manera a la percepción de seguridad, el sistema de creencias y la salud psico-física de las personas que lo padecen, que éstas pueden llegar a experimentar alteraciones muy profundas en diferentes ámbitos y áreas vitales.
¿Cómo se aborda un trauma en terapia?
No existe un enfoque único desde el cual abordar el trauma o la sintomatología traumática. No obstante, a día de hoy ya disponemos de mucha investigación que sustenta la eficacia de ciertos abordajes tales como la terapia cognitivo-conductual o el tratamiento EMDR, que combina elementos teórico-clínicos de orientaciones tales como el psicoanálisis o la intervención cognitivo-conductual. Toda aproximación psicoterapéutica puede llevarse a cabo en combinación o no, según el caso, de un abordaje psico-farmacológico.
Se escoja el enfoque que se escoja, los ingredientes activos en el tratamiento del trauma requieren en cierta medida de:
- (Re)establecer una base de seguridad en la persona: esto es, que vuelva a sentir que tiene el control interno y externo de los síntomas que interfieren en su vida y que conllevan riesgo de traumatización.
- Rememorar y procesar adaptativamente la historia traumática: esto permitirá trabajar con esos recuerdos, o fragmentos de recuerdos, para acabar almacenándolos en la memoria explícita o narrativa de la persona y, eventualmente, elaborar un proceso de duelo.
- Reconectar a la persona con la vida, el presente y el futuro: facilitará que se redefina en el contexto de las actividades y relaciones cotidianas significativas, así como en relación a cualquier proyecto futuro que revista interés y gratificación potencial para la persona.
¿Cómo puedo reconocer si tengo un trauma y si debo acudir a terapia?
Un hecho traumático es un suceso negativo cuyas consecuencias suelen afectar a la integridad física o psicológica de las personas que lo sufren. La intensidad del acontecimiento y la imposibilidad de dar respuestas adecuadas para afrontarlo explican, en parte, el impacto que padece la persona traumatizada y eso suele ser suficiente para decidir acudir a pedir ayuda a un especialista en Psicología.
Algunos de los síntomas que se experimentan más frecuentemente son: sentimientos intrusivos e intensos de miedo, de indefensión, de pérdida de control y de amenaza o inseguridad. Además, existe un incremento de la respuesta de alerta y excitación (irritabilidad, dificultades en el patrón de sueño o ingesta) y conductas de evitación, principalmente relacionadas con estímulos o situaciones relacionadas con la experiencia traumática.
Así, un acontecimiento traumático acostumbra a generar una pérdida de la confianza básica, de la integridad del propio yo y de la propia persona, lo cual dificulta la posibilidad de otorgarle un sentido a lo sucedido, elaborarlo e integrarlo adecuadamente en la historia vital.
¿Es posible “curar” un trauma? ¿Cuánto tiempo suele llevar?
Cada persona y proceso es absolutamente individual y único, por lo que no se pueden poner acotaciones temporales a la superación y/o recuperación de una experiencia traumática.
En Japón existe una práctica ancestral llamada kintsugi. Se trata del arte de reparar un objeto roto, normalmente de cerámica o porcelana, sellando sus fisuras con polvo de oro. Esta práctica requiere de tal paciencia y concentración, que incluso llega a considerarse una forma de terapia. Su particularidad, no obstante, es que el objetivo no es hacer desaparecer las grietas, sino hacerlas brillar e integrarlas en el objeto reparado. Esta comparación resulta de especial utilidad para referirnos al proceso de curación de un trauma psicológico y las brechas profundas que puede dejar en la psique de quien lo sufre.
Cada persona iniciará un proceso único y personal, para ir restaurando esas cicatrices, hasta ser capaz de integrarlas en su historia vital. Las personas con más fortaleza y/o recursos se recuperarán más rápido e incluso pueden llegar a salir fortalecidas de las experiencias.
No obstante, es muy importante tener presente que sea cual sea y por muy extraña que parezca la reacción de una persona frente a un trauma, todas son legítimas y deben respetarse sin juzgarse, tanto por parte de la víctima como de su entorno familiar y social.
Las respuestas y las secuelas de los hechos traumáticos, su persistencia a lo largo del tiempo, y la posible comorbilidad con otras problemáticas psico-físicas, hacen que tanto su diagnóstico como su tratamiento resulten laboriosos, por lo que las prisas no resultan buenas consejeras.