¿Qué diferencia hay entre una fisura y fístula anal?
La fisura y fístula anal son dos afecciones muy diferentes. Por un lado, una fisura es una herida en el canal anal, habitualmente localizada en el margen anterior y/o posterior. Mientras que la fistula es una comunicación entre el canal anal y el margen anal, como si fuera “un túnel” que comunica ambas zonas.
¿Por qué se producen?
La causa de las fisuras suele ser un sobresfuerzo defecatorio (estreñimiento o malos hábitos evacuatorios) o secundario a diarreas. En un grupo de pacientes el origen está en problemas del suelo pélvico, como la disinergia esfinteriana.
En el caso de las fistulas, se origina por una infección. Existen una serie de glándulas, a nivel del canal anal, que pueden infectarse, sin una causa en especial. Como resultado de esta infección se puede producir una comunicación, un trayecto entre esa glándula que conecta con el canal anal y la piel del periné.
Por lo tanto, hablamos de dos orígenes absolutamente diferentes.
¿Qué síntomas debemos tener en cuenta?
En el caso de las fisuras, la clínica habitual es sangrado, dolor e incomodidad en el momento de la evacuación. Estas molestias suelen extenderse en el tiempo tras haber evacuado. En ocasiones, las personas pueden tener sensación de “ano contraído”.
En las fistulas anales, el paciente suele consultar a un especialista en Coloproctología porque presenta un manchado ocasional, puede ser intermitente o por un bulto que abre y cierra espontáneamente. Únicamente en estas condiciones puede aparecer dolor.
¿Cuándo se requiere operar?
En ambos casos, el enfoque y el tratamiento quirúrgico son completamente diferentes. En el caso de las fisuras, actualmente disponemos de tratamientos conservadores que nos permiten, con un correcto e individualizado enfoque del paciente, una solución efectiva en aproximadamente el 90% de los casos. En este tratamiento hay que considerar el perfil del paciente, consejos higiénico-dietéticos, tratamientos tópicos y toxina botulínica.
Cuando es imprescindible operar, hay que tener en cuenta que la cirugía no consiste en “dar puntos” en la fisura. El procedimiento quirúrgico se basa en disminuir la hiperpresión esfinteriana a nivel del esfínter anal interno, lo cual se consigue con una pequeña sección de este músculo. Es una cirugía sencilla y se realiza en régimen de cirugía sin ingreso.
En pacientes con riesgo de incontinencia fecal, se puede optar por realizar una fisurectomía (limpieza del lecho fisurario y exéresis del mismo), de manera que no se toca el esfínter.
En el caso de la esfinterotomía, existe un riesgo bajo de incontinencia a posteriori, por lo que siempre se intenta el tratamiento conservador de entrada.
¿Pueden reaparecer después de la cirugía?
Una pregunta que me plantean muchas veces los pacientes es si después de operarse pueden volver a aparecer estas patologías. La respuesta es sencilla: cuidarnos.
Es fundamental mantener buenos hábitos alimentarios, evitar el estreñimiento a través de ingesta adecuada de fibra y liquidados y evitar estar sentados tiempo prolongado en el inodoro, ya que esto favorece la ingurgitación de los plexos hemorroidales y que se inflamen los cojinetes hemorroidales.