¿Por qué se produce el dolor neuropático?
El dolor neuropático se produce por daño directo de estructuras del sistema nervioso. El más frecuente es cuando se daña el sistema nervioso periférico: los nervios y las raíces nerviosas. Estas se pueden dañar por compresión (hernia discal, síndrome túnel del carpo, dolor suelo pélvico), pero también por una multitud de enfermedades (diabetes, herpes zoster, neuralgia del trigémino).
También se puede producir dolor neuropático cuando se daña el sistema nervioso central (cerebro, medula espinal). La médula espinal se suele dañar por traumatismo, infecciones y por enfermedades desmielinizantes. En el cerebro, la causa más frecuente es el ictus, cuando daña las áreas de percepción sensitiva y del dolor.
¿Cómo se manifiesta este dolor?
El dolor neuropático es habitualmente fácil de identificar porque es diferente a otros tipos de dolor. Primero, la zona afectada suele tener la piel entumecida o acorchada. La sensación de dolor en esta zona suele cursar con hormigueo desagradable, con dolor tipo quemante, y a menudo también con dolor tipo descarga eléctrica.
¿Hasta qué punto puede ser incapacitante para el paciente?
Una de las características del dolor neuropático, sobre todo cuando se hace crónico, es que es muy resistente al tratamiento convencional. Hasta 2/3 de los pacientes con dolor neuropático tienen problemas para controlar el dolor con el tratamiento farmacológico habitual.
Para evitar que se cronifique, es importante identificar la causa del dolor y tratarla cuanto antes. Debido a las características del dolor neuropático, es habitual que afecte el sueño, y a largo plazo el estado de ánimo del paciente.
¿Cómo puede tratarse?
El manejo idóneo del dolor neuropático es identificar cuanto antes su causa de origen y tratarla. Por ejemplo, si es por la compresión de un nervio por una hernia discal, un traumatismo o un tumor, hay que tratarlo cuanto antes y evitar la compresión y la irritación de esa zona del sistema nervioso periférico.
La siguiente actuación debe ser la farmacológica. En este sentido, el tratamiento ideal de inicio suele ser con fármacos antiepilépticos o ciertos fármacos tricíclicos, que se sabe que son muy efectivos contra el dolor neuropático.
También son efectivas las terapias físicas como la rehabilitación, las técnicas de desensibilización y, sobre todo cuando el dolor neuropático se hace crónico, la psicoterapia junto a otras terapias complementarias como la acupuntura o la hipnosis clínica. Por lo tanto, cuando el dolor neuropático se complica, el tratamiento debe ser multidisciplinar.