Pectus excavatum: la deformidad del pecho que afecta a la salud y la autoestima

Editado por Leo Santos el 19/09/2023

El pectus excavatum, también conocido como tórax en embudo o tórax de zapatero, es una deformidad congénita de la pared torácica que se caracteriza por el hundimiento del esternón hacia adentro, lo que reduce el espacio entre el esternón y la columna vertebral.

 

Esta anomalía puede afectar a la función cardiopulmonar y a la autoestima de las personas que la padecen.

 

¿Cuáles son las causas del pectus excavatum?

La causa exacta del pectus excavatum no se conoce con certeza, pero se cree que se debe a un crecimiento excesivo de los cartílagos que unen las costillas al esternón, lo que provoca una alteración en la estructura y la estabilidad de la pared torácica.

 

Se ha observado que el pectus excavatum puede tener un componente genético y familiar, ya que suele presentarse en varios miembros de una misma familia.

 

El pectus excavatum es una deformidad congénita.

 

¿Qué síntomas presenta el pectus excavatum?

Los síntomas del pectus excavatum pueden variar según el grado de severidad de la deformidad y la edad del paciente. Algunos de los síntomas más frecuentes son:

  • Dificultad para respirar, especialmente al hacer ejercicio o al estar acostado.
  • Palpitaciones, dolor en el pecho o arritmias cardíacas.
  • Tos, catarros o infecciones respiratorias recurrentes.
  • Fatiga, cansancio o intolerancia al esfuerzo físico.
  • Problemas psicológicos, como baja autoestima, vergüenza, timidez o depresión.

 

¿Cómo se diagnóstica el pectus excavatum?

El diagnóstico del pectus excavatum se basa en la exploración física del paciente y en la realización de algunas pruebas complementarias para evaluar el grado de deformidad y su repercusión sobre los órganos internos. Algunas de las pruebas que se pueden solicitar son:

  • Radiografía de tórax: permite visualizar la forma y el tamaño del esternón y las costillas.
  • Tomografía computarizada (TC) o resonancia magnética (RM): ofrecen una imagen tridimensional de la pared torácica y permiten medir el índice de Haller, que es el cociente entre el diámetro transverso y el anteroposterior del tórax a nivel del esternón. Un índice mayor de 3.25 se considera indicativo de pectus excavatum severo.
  • Ecocardiograma: permite valorar la función y la anatomía del corazón y descartar posibles malformaciones cardíacas asociadas al pectus excavatum.
  • Pruebas funcionales respiratorias: miden la capacidad pulmonar y el flujo de aire en las vías respiratorias.
  • Ergometría: consiste en realizar un ejercicio físico controlado mientras se monitoriza el ritmo cardíaco, la presión arterial y el consumo de oxígeno.

 

¿Cómo es el tratamiento del pectus excavatum?

El tratamiento del pectus excavatum depende de la edad del paciente, del grado de deformidad, de los síntomas asociados y de las preferencias personales. Existen dos tipos principales de tratamiento: el conservador y el quirúrgico.

 

El tratamiento conservador consiste en realizar ejercicios físicos específicos para fortalecer los músculos pectorales y mejorar la postura corporal.

 

También se puede recurrir a dispositivos ortopédicos externos, como fajas o chalecos compresivos, que ejercen una presión sobre el esternón para corregir su posición. Estos métodos pueden ser útiles en casos leves o moderados y en niños en crecimiento.

 

Por otro lado, el tratamiento quirúrgico consiste en realizar una intervención para remodelar la pared torácica y normalizar el espacio entre el esternón y la columna vertebral. Existen diferentes técnicas quirúrgicas, pero las más utilizadas son:

  • Técnica de Ravitch: consiste en realizar una incisión en el pecho y extirpar los cartílagos costales deformados. Luego se fija el esternón con una placa metálica o una barra que se retira al cabo de unos meses o años.
  • Técnica de Nuss: consiste en introducir una o dos barras metálicas curvadas por debajo del esternón a través de dos pequeñas incisiones en los costados. Las barras se colocan de forma que levantan el esternón y se fijan con unos ganchos a las costillas. Las barras se retiran al cabo de dos o tres años.

En todo caso, es esencial consultar con un especialista en Cirugía pediátrica ante cualquier duda.

 

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