La intervención de juanete, cuándo operar y qué hay que saber
Los pacientes con hallux valgus (juanete) suelen pensar en operarse cuando aparece un gran dolor a nivel de lo que conocemos como “exostosis” (el bulto), acompañado de dificultades con el calzado. Y casi con mayor frecuencia cuando acuden a la consulta por las consecuencias que el juanete provoca en el resto del antepié, ya sean los dedos en martillo, las metatarsalgias (dolor en la planta del pie) o incluso neuromas de Morton (inflamación muy dolorosa de un nervio de la planta del pie).
Si un antepié presenta deformidades múltiples y entre ellas está el juanete, éste debe operarse siempre y, si puede ser, al mismo tiempo que el resto del antepié, ya que el dedo gordo actúa como un auténtico poste que impide que el resto se derrumbe y deforme. Hay que recordar que si corregimos unos dedos en martillo y no lo hacemos con el hallux valgus, estos dedos se volverán a deformar con toda probabilidad. Únicamente en pacientes de edad avanzada y con un mal estado de salud podemos saltarnos esta regla.
No solo hay que extirpar el bulto
Solo extirpar el bulto supone uno de los errores más frecuentes y graves. En la mayoría de los casos esto nos conduciría a una reducción absolutamente insuficiente, por no decir nula, ya que el origen de la deformidad proviene de dos elementos: la desviación del metatarsiano y la del dedo, en la cúspide de las dos encontramos la “exostosis”, el bulto. Es decir para corregir el hallux valgus debemos cortar el metatarsiano (osteotomía) y la primera falange del dedo gordo variando su posición hasta conseguir enderezarlo completamente. Por último, evidentemente también debe eliminarse el llamado bulto.
Otro error frecuente es pensar en intervenir ambos pies a la vez (si es que el paciente sufre de los dos pies). En la mayoría de casos recomiendo hacer un solo pie, normalmente el más doloroso, así la recuperación es más rápida porque se puede usar el otro pie con normalidad. En general el tiempo de recuperación puede alargarse a bastante más del doble. Antiguamente se hacían los dos a la vez porque la cirugía del pie era una experiencia extremadamente dolorosa, y así era una manera de que el paciente sufriera una sola vez. Hoy en día las técnicas mínimamente invasivas que utilizamos, como la cirugía percutánea, permiten que este sufrimiento sea infinitamente menor.
Sin dolor
Hoy en día la cirugía del pie no supone casi ningún dolor gracias al uso de técnicas quirúrgicas poco agresivas como la cirugía percutánea y al buen trabajo de nuestros anestesistas que utilizan unas técnicas de “bloqueo” nervioso que consigue una larga duración de la anestesia, ayudado por el uso de unos fármacos anestésicos también de larga duración. Por este motivo la mayor parte de nuestros pacientes pueden marchar a su domicilio el mismo día de la cirugía.
La cirugía percutánea actual nos permite corregir aproximadamente el 90% de los hallux valgus, mientras que el resto precisa de una cirugía abierta. Estas técnicas evolucionadas nos permiten utilizar tornillos, por ejemplo, en los casos más graves sin tener que “abrir”, y con esto podemos conseguir resultados absolutamente equiparables a la cirugía abierta, con la ventaja de que las cicatrices son mínimas, el postoperatorio más agradable, sin ingreso, el dolor es mínimo y, lo que es muy importante, el grado de movilidad del dedo gordo es muy bueno, lo que favorece en gran medida una rápida recuperación y el uso de un calzado normal muy precoz, incluso con un talón elevado.