La importancia de mantener hábitos saludables para prevenir enfermedades neurodegenerativas
Escrito por:Dormir las horas necesarias, aprender a gestionar el estrés o disminuir la cantidad de alimentos ingeridos cada día nos ayuda a cuidar el cerebro, retrasando los daños neuronales y con ello la aparición de enfermedades degenerativas. El especialista en Neurología y miembro de Top Doctors, el Dr. José Manuel García Moreno nos da las claves para mantener una buena salud cerebral y prevenir este tipo de patologías.
¿Cuáles son las causas de las enfermedades degenerativas?
Desgraciadamente no conocemos todavía la causa íntima de estas enfermedades pero tienen mucho que ver los cambios que se producen durante el proceso de envejecimiento del cerebro. Éste depende, por un lado, de la carga genética de cada uno de nosotros, pero también sobremanera, de nuestros hábitos de vida.
Hoy sabemos que la genética no es inalterable, y que podemos reconducir nuestra predisposición a sufrir las enfermedades modificando nuestros hábitos no saludables. Una persona que herede una carga genética favorable y protectora contra estas enfermedades puede verse privada de ella si somete su cerebro a prácticas no “cerebro-saludables”.
Lo más frecuente “no es heredar la enfermedad en sí sino el riesgo de padecerla”. Heredar el riesgo significa que para que la enfermedad se manifieste no es suficiente con recibir el gen o conjunto de genes, sino además un factor añadido, el cual, la mayoría de las veces es ambiental.
¿De qué manera afectan hábitos como la alimentación, el sueño o el deporte a nuestro cerebro?
Afectan muchísimo. Por un lado, está la alimentación. El consumo excesivo de alimentos, particularmente de grasas saturadas, induce a un aumento del estrés oxidativo generando daños irreparables a las neuronas. Limitar la ingesta de calorías hasta un 30 - 40% retrasa el envejecimiento y alarga la esperanza de vida.
En cuanto al ejercicio físico, el aeróbico moderado, como pasear o ir en bicicleta, mejora las funciones sinápticas neuronales, aumenta los niveles de factores neurotróficos y el número de neuronas del hipocampo; con lo cual mejora el aprendizaje, la memoria y la ansiedad.
De media destinamos 1/3 de nuestra vida a dormir. Entre las múltiples funciones que tiene el sueño, una de las más importantes es la de consolidación de la memoria. Durante el sueño se ordenan y guardan los recuerdos. Además, se ha comprobado que durante el sueño las neuronas se limpian de los productos tóxicos generados durante la actividad mental.
Un sueño deficiente en cantidad o en calidad, por ejemplo, el que se produce en personas que sufren apneas obstructivas del sueño, dañan irremediablemente nuestro cerebro y favorecen la aparición de enfermedades cerebrales, tanto neurológicas como psiquiátricas.
Por otra parte, actividades como la mental, no dejar nunca de aprender; o la social, evitar el aislamiento, sufrir disgustos o preocupaciones, ayudan a prevenir estas patologías.
Es muy frecuente que durante la jubilación la actividad mental decrezca mucho. Esto es un caldo de cultivo excelente para que las enfermedades neurodegenerativas nos invadan. Hay que seguir haciendo cosas que permitan a nuestro cerebro mantenerse en forma. El cerebro es como un músculo, necesita recibir constantemente estímulos y si no se ejercita se atrofia. Lo peor que le puede pasar a un jubilado es quedarse en casa viendo la tele.
¿Y el estrés, cómo afecta a nuestro cerebro a largo plazo?
El estrés tiene unas consecuencias nefastas sobre nuestro cerebro. Como consecuencia de un estrés mantenido, un día tras otro, el cerebro queda “bañado” de glucocorticoides, una hormona producida por las glándulas suprarrenales y que, a niveles altos en el sistema nervioso, tiene consecuencias mortíferas sobre las neuronas.
Además, los corticoides producen atrofia de los hipocampos, una estructura cerebral que juega un papel clave tanto en la memoria como en la regulación neuroendocrina del estrés; así como en la producción de neuronas nuevas. En conclusión, el estrés favorece el envejecimiento prematuro de nuestro cerebro.
Actualmente, vivimos en una sociedad enferma que genera enfermedades por no saber dar a la vida su verdadero sentido. En general, las personas van viviendo sin pensar en si lo están haciendo bien o mal y en si saben distinguir lo fundamental de lo accesorio. El no saber distinguir esto genera mucho estrés.
¿Cuáles son los primeros síntomas o señales para detectar estas enfermedades?
La naturaleza es sabia y siempre avisa. Muchas de estas enfermedades se inician con cosas tan sutiles como alteraciones en el olfato o en el sueño; otras veces con cambios en el estado de ánimo. El problema reside en que éstos son muy inespecíficos y no siempre son el inicio de una enfermedad neurodegenerativa. Debemos estar en alerta cuando un adulto, mayor, sin antecedentes, empieza con un síndrome depresivo o cambios en su carácter, porque a menudo esas alteraciones pueden ser el comienzo de una demencia.
A día de hoy, no tenemos ningún tratamiento curativo sino solo sintomático para estas enfermedades. De ahí, la importancia de aprender a prevenirlas.