¿El estrés diario puede derivar en una depresión?

Editado por Lucía Ramírez el 30/11/2024

Un estrés continuado y mal gestionado puede desembocar en una depresión, un colapso de un sistema nervioso saturado y en permanente estado de alerta.
 

Por lo tanto, sí que hay una relación clara y directa entre el estrés diario: la persona estresada tiene más posibilidades de caer en depresión y la persona deprimida suele estar estresada. Hay que decir también que existen situaciones de estrés que no terminan en depresión y procesos de depresión que obedecen a otro tipo de causas.
 

El estrés tiene un efecto acumulativo y puede producirse por diversas causas

 

¿El estrés continuado puede llevarnos a una depresión?

Recordemos que el estrés tiene un efecto acumulativo y que puede ser producido por diversas causas.
 

Por una parte, se pueden ir acumulando diversas causas de la historia personal, como el entorno en que se ha vivido, los traumas sufridos, las emociones contenidas… Por otra parte, por citar algunas causas de estrés, podemos hablar de relaciones familiares, enfermedades, expectativas sociales, personas próximas, pérdidas de todo tipo, entorno laboral, etc.
 

Todos estos elementos, entre otros, se pueden ir combinando de tal forma que la resistencia personal se va minando hasta que, a veces, un acontecimiento en apariencia insignificante puede conducir a una depresión.
 

¿Qué síntomas pueden alertarnos?

El estrés puede presentar muchos síntomas, como pueden ser:
 

  • Falta de sueño.
  • Imposibilidad de estarse quieto.
  • Tics.
  • Problemas digestivos y estomacales.
  • Ira continuada.
  • Miedo e inseguridad inexplicables.
  • Incapacidad de parar.
  • Nervios al estar con otras personas.
  • Sensación continuada de apremio, aunque no haya motivo para ello.
  • Desórdenes alimenticios.
  • Pensamientos que nos invaden sin control.
     

Todos estos síntomas y muchos más se pueden presentar de uno en uno o varios a la vez, de forma leve o de forma intensa, de forma controlable o de forma incontrolable. La experiencia terapéutica indica que generalmente las personas suelen esperar demasiado para actuar o ponerse en manos de un terapeuta cualificado, padeciendo durante demasiado tiempo sin ninguna necesidad.
 

¿Cómo puedo controlar el estrés?

Dependiendo de la fase en la que nos encontremos, hay diferentes formas de gestionar el estrés. En una primera fase, podemos utilizar recursos preventivos, como pueden ser un estilo saludable de vida, una dieta adecuada, un ciclo adecuado sueño-vigilia
 

En una segunda fase, cuando ya percibimos el estrés, podemos tomar medidas para tratar los síntomas y situaciones que ya se han manifestado, como: técnicas activas de gestión de la ansiedad, eliminación de relaciones tóxicas, gestión del pensamiento, entro otros.
 

En una tercera fase, cuando la situación ya es problemática, conviene utilizar recursos más severos como, por ejemplo, recursos legales cuando vivo una situación de acoso laboral.
 

Este esquema es muy variable y siempre es recomendable el apoyo de un profesional de la salud mental para que nos asesore y nos ayude a tomar las medidas más adecuadas.
 

Cuando el estrés causa una depresión, ¿cómo se trata?

Cuando hay un proceso de estrés que desemboca en depresión, lo primero es que el especialista en Psicología realice un diagnóstico adecuado sin dejarnos deslumbrar por la situación actual y aprender a ver que lo que sucede ahora es a menudo fruto de causas que llevamos arrastrando durante mucho tiempo.
 

El siguiente paso es ofrecer al paciente una información completa y veraz, para que comprenda su proceso personal y vea que lo que le está sucediendo es algo comprensible. También deberá adquirir una serie de hábitos emocionales y de vida que favorecerán su recuperación de forma saludable. Es importante que aprenda también una serie de habilidades de las que antes no disponía para afrontar los retos de la vida.
 

Por último, una vez que la situación haya mejorado, el paciente se verá en la situación de realizar aprendizajes de sus vivencias, y verá que, si sabe sacar partido a lo que le ha sucedido, habrá aprendido lecciones de vida de gran utilidad.

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