El cáncer de tiroides: una enfermedad silente que requiere atención
El cáncer de tiroides afecta al 1-2 % de la población adulta-joven (rango de 40-60 años) en nuestro medio y, habitualmente, como otros cánceres, en la mayoría de los pacientes, suele ser una enfermedad silente. Rara vez existen síntomas concretos en el cáncer de tiroides que permitan diferenciarlo de otras enfermedades del tiroides, o incluso de otras afecciones inflamatorias o infecciosas del cuello.
Nódulos tiroideos: señal de alerta para detectar el cáncer de tiroides
La presencia de nódulos tiroideos puede ponernos en alerta y ser el primer síntoma de un cáncer de tiroides. Sabemos que entre el 5 y el 15 % de los nódulos del tiroides son potencialmente malignos y es por ello que, tomando consciencia de cuáles son los síntomas de un nódulo tiroideo, podemos anticiparnos y tratar adecuadamente el cáncer de tiroides.
Cuando notamos la aparición de un bulto en la zona central del cuello o nos palpamos ganglios que no teníamos anteriormente, deberemos acudir a nuestro especialista para que realice las pruebas diagnósticas pertinentes (ecografía cervical con o sin punción).
Síntomas avanzados: las señales de advertencia
En casos más avanzados de cáncer de tiroides, después de meses de evolución, el individuo puede experimentar dificultad respiratoria (por desplazamiento o afectación de la tráquea), puede tener cambios en la voz (como la afonia), tos irirtativa o persistente, sin estar acatarrado, e incluso en algunos casos, atragantamiento o molestias al tragar. En estos casos, los menos, el tratamiento definitivo puede ser agresivo.
De forma generalizada, podemos decir que el cáncer de tiroides afecta a la glándula tiroides, en menos medida a los ganglios linfáticos del cuello, y de forma excepcional al pulmón y los huesos.
Con un diagnóstico acertado, un tratamiento adecuado y una intervención quirúrgica en la mayoría de los casos, la enfermedad evoluciona favorablemente. La tiroidectomía, aunque no es el único tratamiento que existí, sí es el único tratamiento definitivo y realmente curativo, y que tiene el valor añadido de ayudar a prevenir la posible aparición de las metástasis, tanto ganglionares como en otra parte de nuestro organismo.
Tratamiento quirúrgico: la tiroidectomía como opción curativa para el cáncer de tiroides
La cirugía tiroidea, además, es la única técnica que permite asegurar el diagnóstico al 100%, puesto que con la extirpación glandular, obtenemos las tiroides para que sea profunda y completamente analizado.
A día de hoy, está ampliamente aceptado que el tratamiento del cáncer de tiroides es una operación en la que se extirpa una parte o la glándula tiroides en su totalidad.
Debemos realizar un exhaustivo interrogatorio clínico y una exploración del paciente para evaluar sus antecedentes en enfermedades como Hashimoto y Graves, entre otras. Una vez constatado que tiene una función tiroidea normal, siempre que la ecografia revele que el cáncer es unilateral o menor de 2 cm, y que no tiene una variante histológica de riesgo, podemos ofrecer este tratamiento mínimamente invasivo. Si no se cumplen estas premisas, lo correcto académicamente, sería la extirpación completa del tiroides.
Recuperación y cuidados posteriores
Tras una intervención de cáncer de tiroides, el paciente va a poder continuar con su vida normal, después de un periodo de convalecencia de entre 2 y 4 semanas.
Si la tiroides ha sido retirado completamente, deberá tomar medicación sustitutiva con Levotiroxina de por vida. Si mantiene parte de la glándula, no deberá tomar medicación alguna.
Tanto si se medica como no, siguiendo las recomendaciones y las indicaciones prescritas por especialistas médicos y los controles propios de su enfermedad, el paciente podrá proseguir con su vida sin problemas.