Dolor abdominal: cómo reconocer las señales de alarma
Escrito por:El dolor abdominal puede tener diferentes orígenes y causas muy diversas, por eso es muy importante realizar una adecuada historia clínica que nos detalle todos los aspectos relacionados con este síntoma.
Para ello es esencial que el paciente responda a preguntas básicas como: ¿Dónde duele? ¿Cómo es el dolor? ¿Qué tipo de dolor es? ¿Cuándo comenzó el dolor? ¿Por qué cree que se le produce o a qué lo atribuye?
¿Cómo es el diagnóstico del dolor abdominal?
Además de tener en cuenta estas características referentes al dolor, es importante conocer otros datos, sobre todo referente a su estilo de vida y sus hábitos higiénico dietéticos. Una vez y el profesional disponga de esta información ya es posible tipificar en parte el dolor del paciente y valorar si tiene más relación con un tipo de patología u otra.
Por otro lado, es recomendable en muchas ocasiones, confirmar o aclarar las sospechas diagnósticas que producen el dolor con la realización de algunas pruebas complementarias tales como una analítica y una ecografía abdominal.
¿Cuáles son los principales síntomas del dolor abdominal?
Los síntomas que suelen acompañar al dolor abdominal son la pérdida de apetito, las alteraciones en el hábito deposicional, tales como el estreñimiento o la diarrea, y las náuseas o vómitos.
Además, es posible sentir decaimiento o cansancio, fiebre, dolores articulares, halitosis, acidez, cefaleas o problemas en la piel.
¿En qué casos se puede considerar grave el dolor abdominal?
No es habitual que un dolor abdominal aislado sea una emergencia médica y requiera atención inmediata, pero en muchas ocasiones si puede ser necesaria la atención urgente, en este caso se trataría de un “dolor abdominal agudo”.
Este, generalmente se trata de un dolor intenso, de aparición más o menos brusca, de menos de una semana de evolución y acompañado de fiebre, dolor a la palpación abdominal y disminución de los ruidos intestinales a la exploración, resultado de una disminución del peristaltismo intestinal.
¿Cuál es la patología más frecuente que se asocia al dolor abdominal?
El tipo de patología aguda más frecuente que cursa con estos síntomas son la apendicitis, la diverticulitis, la colecistitis, la pancreatitis, la colitis isquémica y el vólvulo intestinal entre otros.
Existen otro tipo de patologías como la úlcera gastroduodenal, que puede producir un dolor epigástrico intenso que generalmente es autolimitado, no obstante, es también motivo para acudir a una valoración médica urgente.
¿Cómo es el tratamiento para el dolor abdominal?
En lo que se espera por la cita para la valoración por un especialista digestivo, en caso de dolor abdominal leve o intermitente, lo primero que debemos hacer es quitarle “trabajo” al intestino, es decir, reposo intestinal.
Esto implica realizar una dieta muy ligera, evitando grasas y picantes, masticando bien los alimentos e ingiriendo pocas cantidades en cada comida. Muchas veces es favorable realizar periodos cortos de ayuno, siempre bebiendo abundantes líquidos. Además, se recomienda evitar el consumo de excitantes como el café o chocolate y las bebidas gaseosas.
Por otro lado, es importante vigilar el peso y el aspecto de las heces (si hay moco o sangre en las mismas o hay un cambio en la consistencia).
Síntomas como fiebre o dolor que aparece de madrugada y despierta al paciente deben tener una especial atención ya que requieren de una valoración médica temprana.
¿Qué hacer en casos donde el dolor abdominal sea persistente?
El dolor abdominal es un síntoma muy frecuente, que, si ocurre puntualmente y asociado a una posible causa como un periodo de estrés, una transgresión dietética o consumo de alimentos en mal estado, no es necesario consultar. Estos dolores suelen desaparecer sin necesidad de tratamiento.
Si el dolor se repite con el tiempo, en forma de episodios o si el dolor es constante y va en aumento es cuando es necesario consultar a un especialista.
Los exámenes más frecuentes que solicita el especialista para el estudio inicial del dolor abdominal son la ecografía abdominal y la radiografía de abdomen además de una analítica que incluya un hemograma con reactantes de fase aguda y hormonas tiroideas.
Posteriormente, según la sospecha puede ser necesario solicitar estudios endoscópicos u otras pruebas de imagen como un TAC abdominal o una resonancia abdominal.