¿Cuándo debemos acudir a terapia sexual?
Escrito por:De forma general podríamos definir la terapia sexual como la aplicación de un conjunto de técnicas y estrategias terapéuticas para el tratamiento de las disfunciones sexuales cuando no se dan condicionantes de carácter fisiológico, o al menos no únicamente fisiológico.
Existe un gran desconocimiento sobre la sexología y la terapia sexual. Se trata de una modalidad terapéutica desarrollada en los últimos treinta años, principalmente para el tratamiento de las disfunciones sexuales. Actualmente los profesionales especializados en sexualidad clínica atienden a personas que pueden tener disfunciones sexuales (disfunción eréctil, eyaculación precoz, disminución del deseo sexual, anorgasmia, dolor en el coito), problemas de identidad de género, conductas parafílicas, personas con conflictos respecto a su orientación sexual y aquellas que han sido víctimas de abuso sexual. Se trabajan principalmente los problemas sexuales de carácter psicológico (o mixtos ‐ es decir, que posean tanto elementos psicológicos como orgánicos). La terapia sexual suele incluir tareas conductuales que el individuo o la pareja deberán realizar en su hogar, y cuenta a su vez con modalidades de terapia individual, de pareja grupal o combinadas, de acuerdo a las necesidades y las características del problema a atender y del de los pacientes.
La gran ventaja de nuestro equipo es poseer en el mismo especialista los conocimientos de Urología-Andrología, con posibilidad de tratamientos farmacológicos y quirúrgicos, de patología del suelo pélvico femenino con su gran relación en las disfunciones sexuales, y de la parte psicológica de estos trastornos.
¿Qué trastornos son los más frecuentes?
De forma amplia se debería solicitar ayuda del sexólogo cuando una persona está preocupada o tiene dudas sobre su sexualidad o percibe una disfunción en cualquier aspecto del concepto amplio de sexualidad. No solo en las situaciones en las que se reconoce tener un problema, sino también cuando el objetivo es mejorar su vida sexual e incluso prevenir problemas futuros, un objetivo en el fomento y promoción de la salud sexual.
Los problemas tratados más frecuentemente son:
- Pérdida o ausencia de deseo sexual (tanto en hombres como en mujeres)
- Algún tipo de miedo o fobia a actividades y/o partes del cuerpo que se relacionan con el sexo.
- Dificultades en la fase de excitación en mujeres.
- Dificultades para obtener y/o mantener la erección.
- Dificultades o imposibilidad de alcanzar el orgasmo en mujeres y hombres.
- Dificultades para eyacular.
- Dolor en las relaciones sexuales.
- Imposibilidad o dificultad para ser penetrada.
- Dificultades en el control de la eyaculación.
- Falta de acoplamiento sexual en la pareja.
- Dificultad o imposibilidad de disfrutar de las relaciones sexuales.
- Tratamiento de conductas parafílicas.
- Víctimas de acoso o abuso sexual.
¿Cómo se tratan?
Lo primero y más importante es obtener información sobre el problema. Para ello es necesario que el especialista en Urología y Sexología realice una o varias entrevistas con el paciente y a ser posible con su pareja sexual. Hay que averiguar la naturaleza del problema y la motivación para seguir una terapia sexual. Posteriormente se debe hacer una historia sexual desde la infancia hasta la actualidad con especial interés en las primeras experiencias sexuales, hay que analizarla su relación con aspectos retrospectivos, la relación socio-sexual con la pareja actual si existe, las conductas sexuales y los problemas que implican. Por último, es muy importante fijar las motivaciones y metas que se pretenden con la terapia, así como la motivación percibida hacia el cambio.
Cada problema tiene un tratamiento específico, que pasa por el cambio conductual, la psicoterapia, el entrenamiento psicológico, la farmacoterapia o, en algunos casos de problemas físicos, algún tipo de cirugía correctora.
¿Cómo logramos una buena salud sexual?
La salud sexual se engloba dentro de la salud corporal, por lo que hay que mantener bien el físico, la mente y la sexualidad que depende de las dos anteriores. También se debe tener una buena alimentación, un descanso adecuado y estar en buena forma física. Por supuesto la ansiedad y las alteraciones del estado de ánimo son los peores enemigos del sexo, y se debe evitar el uso de alcohol, tabaco, y estupefacientes. Se deben pasar las revisiones médicas correspondientes (urológicas-ginecológicas). En general, es importante tener una vida social sana, con conductas sanas, y sería deseable una adecuada formación sexual (que si no hemos recibido en la infancia nunca es tarde para conocer aspectos anatómicos y fisiológicos del cuerpo propio y del sexo contrario).
Para tener una buena vida sexual hay que tener una adecuada relación afectiva-amorosa con la pareja, hay que cuidar de esta. La comunicación de preferencias o límites tiene que ser fluida y, de este modo, casi todo está permitido si lo aceptan ambas partes y es legal. Asimismo, hay que resolver pronto los problemas antes de que se enquisten y a veces puede ser necesario un mediador o consejero.
Hay que tener cultura de sexualidad, es decir que se debe evitar que el sexo pase obligatoriamente por la erección y la penetración. Existe una gran diversidad de prácticas satisfactorias, y vemos muy a menudo problemas al centrar la pareja exclusivamente su relación en la genitalidad y no poder culminar esta por la edad, problemas físicos o de otro tipo.