«Con el tratamiento adecuado puedes salvar un pie y la vida»

Escrito por:

Borja José Altonaga Calvo

Podólogo

Publicado el: 01/07/2024
Editado por: Yoel Domínguez Boan


Borja J. Altonaga sucedió en solitario la brillante trayectoria de su padre, José María Altonaga Eguren, el primer podólogo titulado de Valladolid. Tras, finalizar la carrera, Borja se convirtió en un especialista en el salvamento del pie diabético a nivel nacional, «una de las complicaciones más devastadoras de la diabetes en el miembro inferior debido a las altas tasas de amputación, invalidez y mortalidad que conlleva.

 

Los resultados suelen ser buenos si el problema se ataja a tiempo y se aplican las medidas terapéuticas oportunas. He tenido casos de pacientes que venían desahuciados, con día y hora de quirófano para amputarles una pierna...; después de realizar un meticuloso diagnóstico, intervenirles quirúrgicamente y pautarles tratamiento antibiótico, curas locales y medidas ortopédicas, generalmente todo va combinado, he conseguido salvarles la pierna», explica.

 

 

Habla de salvamento del pie diabético, pero también de la vida...

Sí, porque con frecuencia lesiones muy pequeñas en la planta del pie o en los dedos pueden esconder una infección grave, amenazante de la extremidad o incluso de la vida. Tratando la infección a tiempo podemos evitar que el paciente muera por un cuadro de sepsis (infección generalizada). Si, además, tenemos en cuenta que, después de una amputación mayor la supervivencia a 3 años es solo del 50% de los pacientes, y a 5 años del 40%, evitando la amputación estaremos mejorando sustancialmente la esperanza de vida del paciente.

 

 

Lesiones pequeñas en el pie diabético pueden derivar en infecciones serias
 

 

¿Cuáles son los pilares para el diagnóstico del pie diabético y el manejo del paciente?

Son cuatro. El primero, el diagnóstico de la neuropatía, causada por los altos niveles de azúcar en sangre de forma mantenida, que produce un deterioro del nervio, lo que disminuye la sensibilidad de modo que el paciente puede tener una herida en el pie, durante días, sin enterarse. El segundo pilar es el diagnóstico de la enfermedad vascular periférica, que causa una disminución del riego sanguíneo en las extremidades, por lo que, cualquier herida, por pequeña que sea, tardará más en curar y se podrá cronificar y complicar. Y aquí entra en juego el tercer pilar diagnóstico: el de la úlcera, tanto en términos de extensión y profundidad, como sobre todo en la búsqueda de la infección. El paciente diabético padece inmunopatía, es decir, una disminución de la respuesta inmune ante la infección. Sus glóbulos blancos son incapaces de reconocer a las bacterias como elementos amenazantes, no las combaten y por tanto las infecciones son más graves, rápidas y agresivas. En cuarto lugar, hay que considerar el diagnóstico biomecánico: el de posibles alteraciones osteoarticulares y deformidades podales que predisponen a la aparición de rozaduras, heridas, callosidades y ulceras subyacentes.

 

En definitiva, si el paciente tiene una herida que no se detecta a tiempo porque no duele, ésta no cicatriza rápidamente y se infecta con facilidad, nos encontramos el cocktail perfecto para que el problema termine de forma dramática. Por eso es importantísimo que todo paciente diabético visite, al menos una vez al año, al podólogo; especialmente si detecta cualquier lesión en los pies, por insignificante que parezca. No se debe dejar la salud de los pies en manos de otros profesionales que no sean el especialista del pie, que es el podólogo; y menos aún en manos de intrusos.

 

 

¿Existe intrusismo en la profesión?

Sí. De hecho, el Colegio de Podólogos está insistiendo mucho a la Consejería de Sanidad de la Junta de Castilla y León para que se persiga el intrusismo en el campo de la podología, especialmente en el entorno rural; donde personas sin titulación ni conocimientos, sin medios ni lugares adecuados para atender dignamente y con seguridad a los pacientes, están poniendo en riesgo la salud de la población y en especial de la población diabética.

 

 

¿Qué consejos podría ofrecer a las personas mayores, especialmente a los diabéticos?

El cuidado de los pies debe ser meticuloso y diario, al igual que se hace con la higiene corporal o el cuidado de la boca. Lavado diario con jabones de pH ligeramente ácido, hidratación con cremas específicas, autoexamen diario de los pies con el fin de detectar precozmente posibles lesiones; uso de calzado amplio, flexible y sin costuras interiores, vigilar que no haya en su interior cuerpos extraños que se puedan clavar en el pie..., pero lo más importante es acudir periódicamente al podólogo, quien ofrecerá consejos personalizados en función de las necesidades de cada enfermo o pautará el tratamiento más adecuado, si los problemas ya han aparecido.

 

Si desea más información, consulte con un especialista en Podología.

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