Cómo trabajar los ataques de pánico
Los ataques de pánico pueden afectar a casi todas las áreas de la vida de una persona. A menudo, la persona tiene tanto miedo de sufrir más ataques de pánico que vive en un estado constante de miedo, lo que deteriora notablemente la calidad de vida.
Si no se tratan adecuadamente, los ataques de pánico pueden estar relacionados con las siguientes complicaciones:
- Manifestación de fobias específicas, como miedo a conducir o salir de tu casa
- Atención médica frecuente por preocupaciones de salud y otras enfermedades
- Rechazo de situaciones sociales
- Problemas en casa, en el trabajo o en la escuela
- Depresión, trastorno de ansiedad y otros trastornos psiquiátricos
- Riesgo de suicidio o pensamientos suicidas
- Consumo inadecuado de alcohol u otras sustancias
- Problemas económicos
Para algunas personas, el trastorno de pánico puede comprender la agorafobia, que consiste en evitar los lugares o situaciones que provocan ansiedad por miedo a no ser capaz de escapar o a no obtener ayuda en caso de que sufra un ataque de pánico.
Como consecuencia, se reduce la asistencia a los lugares a los que la persona no se atreve a ir, o empieza a ser cada vez más dependiente de otras personas para que le acompañen si sale de casa.
¿Cómo podemos trabajar para afrontar o evitar los ataques de pánico?
Existen una serie de consejos básicos que son comunes al resto de trastornos de ansiedad. Sin embargo, en la mayoría de los casos, es poco probable que la persona logre superar este trastorno sin la ayuda de un profesional.
En primer lugar, dado que los ataques de pánico se producen en situaciones en las que no existe un riesgo real para la salud, lo ideal sería esperar, sin hacer nada, a que pase el ataque, pero resulta complicado.
En segundo lugar, es esencial ir eliminando todas las conductas de evitación que se hayan puesto en marcha a raíz del problema, es decir, no hay que dejar de ir a ningún sitio por miedo a sufrir una crisis. Esto también es muy difícil cuando la persona cree que si lo hace es probable que sufra un nuevo ataque de pánico.
¿Qué tratamientos curan los ataques de pánico?
En cuanto a los tratamientos, según la mayoría de los estudios, la medicación es tan eficaz como los tratamientos psicológicos a corto plazo, pero a medio y largo plazo es preferible el tratamiento psicológico cognitivo-conductual, ya que en los tratamientos farmacológicos existe un porcentaje de recaídas mucho mayor.
Además, si los fármacos utilizados son los ansiolíticos, existe el riesgo de crear dependencia. En cualquier caso, el tratamiento farmacológico más adecuado son los antidepresivos.
La exposición en vivo
El tratamiento psicológico que ha demostrado una mayor efectividad es la exposición en vivo, que consiste en que el paciente se expone a la vida real de un modo sistemático y progresivo a las situaciones que teme y evita. El paciente puede realizar los ejercicios solo o acompañado del psicoterapeuta o de una persona de confianza durante las primeras etapas.
En primer lugar, es importante que el paciente conozca el proceso psicológico que se produce con durante la exposición. El proceso requiere esfuerzo continuado e implica tolerar cierta cantidad de ansiedad y malestar.
Otro aspecto clave es la reeducación sobre la naturaleza de la ansiedad, que dé al paciente la información adecuada sobre la ansiedad y el pánico para así reducir el miedo anticipatorio y el humor deprimido. Deberá aceptar que cierto grado de ansiedad es normal y aunque puede ser perturbadora, no es peligrosa, como tampoco lo son los ataques de pánico. También debe aceptar que es esencial que compruebe que en ningún caso se producen las consecuencias catastróficas temidas.
A menudo es útil ayudar al paciente a modificar pensamientos y creencias erróneos, como confundir emoción con riesgo real, identificar y corregir la sobreestimación de probabilidades, etc. En todo momento, el paciente debe conocer los objetivos concretos a conseguir en cada etapa de la psicoterapia.
Es importante realizar los ejercicios de exposición sin prisas, ya que la precipitación y el deseo de acabar rápido incrementan la activación emocional. En cualquier caso, es importante que el paciente practique tanto en días buenos como en malos; que reconozca los propios avances, y que inicie la practica en solitario lo más pronto posible.
Compartir la experiencia en grupo con otros pacientes puede ser de gran utilidad, siendo cada vez más frecuente el tratamiento grupal de los trastornos de ansiedad y depresión.