¿Cómo se tratan las alteraciones tiroideas durante la gestación?
El embarazo es una época de grandes cambios en el organismo de la mujer, ya que debe adaptarse a las demandas de la gestación. Son cambios estructurales, metabólicos, hemodinámicos, hormonales y psicológicos, entre otros.
¿Por qué aumentan las hormonas tiroideas durante la gestación?
En esta época de cambios, cobra especial importancia la adaptación de la glándula tiroidea materna a las necesidades del embarazo, ya que las hormonas tiroideas deben aumentar considerablemente durante el 1er trimestre y la primera mitad del embarazo. Esto se debe a que la gestante debe producir las hormonas tiroideas que el feto no es, ni será, capaz de crear hasta pasada la 20ª semana.
Por suerte, la placenta ayuda y aporta múltiples recursos para poder hacer frente a estos cambios. Es importante que se realice un screening tiroideo a la embarazada en la 1era consulta, o incluso antes de la gestación si es posible, para descartar posibles insuficiencias tiroideas.
¿Cómo se tratan las alteraciones tiroideas durante la gestación?
Existen varios tipos de alteraciones tiroideas posibles durante la gestación. La primera puede estar ocasionada por causas fisiológicas que no requerirán de tratamiento, como un aumento del tamaño fisiológico de la glándula tiroidea o un leve hipertiroidismo 1º subclínico transitorio.
Pero las demás alteraciones pueden existir previamente, o no, a la gestación. Por ello, es importante saber distinguir entre un cambio fisiológico o patológico para poder tratar correctamente la enfermedad.
Las patologías tiroideas durante la gestación son:
- Hipotiroidismo 1º: Puede ser debida a la falta de yodo o causas autoinmunes y requiere de tratamiento. Puede provocar abortos, preclampsia o afectaciones cognitivas al niño, entre otros.
- Hipertiroidismo 1º: Puede ser fisiológico y no precisar tratamiento. Pero si resulta ser más severo suele precisar tratamiento. Las complicaciones que pueden provocar son: riesgo de aborto, parto pretérmino, bajo peso gestacional, muerte perinatal, preeclampsia. Las causas más frecuentes suelen ser por estímulo de BHCG (fisiológico), autoinmune o por bocio tóxico.
- Bocio y nódulos tiroideos: Es raro encontrar bocio en la población gestante de nuestro entorno dado que suele verse en zonas de deficiencia de yodo o con el aumento de la edad, y no suele precisar tratamiento si las hormonas no se han visto afectadas.
Los nódulos tiroideos en gestación tampoco son frecuentes pero si se detectan hay que estudiarlos. No suele requerir de ningún tratamiento específico hasta finalizada la gestación.
La prevalencia de cáncer tiroideo es baja, pero en caso de que sucediera hay que individualizar cada caso.
- Deficiencia de yodo: Las necesidades de yodo en gestación aumentan por aumento de su eliminación urinaria y acorde a cubrir las necesidades de producción de hormonas tiroides de la madre y del feto, y en consecuencia, para que no haya insuficiencias con posibilidad de dar complicaciones gestacionales, sobretodo neurológicas y cognitivas. El yodo es importante para el desarrollo neurointelectual del niño/a desde el 1º trimestre
Por ello, es importante dar suplementos de ácido fólico y yodo a las embarazadas, incluso antes de la gestación; se recomienda mantener dicha suplementación durante toda la gestación y lactancia.
Tras la gestación, pueden seguir habiendo alteraciones tiroideas durante el primer año postparto, ya que es un periodo de adaptación tiroidea.
En caso de no haber padecido ninguna patología tiroidea durante la gestación, las necesidades tiroideas se normalizan y los valores tiroideos vuelven a los previos de la gestación coincidiendo con los de la mayoría de la población general.
Sí se ha padecido alguna patología tiroidea durante gestación se realizarán controles postparto para valorar la necesidad de un tratamiento.
Por tanto, a modo de resumen, podemos concluir que son múltiples los cambios tiroideos durante la gestación y que demandan una valoración e interpretación adecuada por parte del especialista de Endocrinología y Nutrición para valorar la necesidad de realizar pruebas diagnósticas y tratamientos. De esta manera se evitarían complicaciones innecesarias y prevenibles.