¿Cómo puedo superar mis complejos?
Hay personas que se sienten más acomplejadas que otras, a veces no tiene que ver con los rasgos físicos, sino con su forma de ser. Se suelen sentir más inferiores, sufren baja autoestima y tienen problemas para socializar o encajar en un grupo.
¿Por qué aparecen los complejos?
Dejando de lado el término 'complejo', más freudiano en su origen, podemos referirnos a un malestar significativo e intenso causado por un fuerte descontento y ansiedad hacia uno o diversos rasgos de la apariencia física, personalidad o capacidades en cualquier área en la que pueda compararme con personas de mi alrededor. Se trata de un enfoque interno a un área personal, no solamente física, donde se activa una parte que se siente vulnerable frente la mirada del resto.
La percepción de seguridad y de entorno protector donde me cuidan y protegen se constituye durante un periodo muy temprano en la infancia. No podemos recordarlo, pero es básico para el desarrollo de la personalidad y en el periodo adolescente. Si no se ha podido formar en el interior de la persona, ese “eres único, especial y yo te cuido”, se puede ir re-traumatizando la sensación de no ser suficiente y fijándose más en áreas físicas o conductuales que me hacen sentir diferente respecto a los demás. La persona lo único que anhela es sentir la protección del grupo, hasta que la falta de aceptación interna se transforma en algo obsesivo y crónico.
¿Cómo reconocer a una persona acomplejada?
Depende del complejo tendrá más o menos visibilidad. El abanico de complejos puede ser infinito: peso, estatura, arrugas, cabello, pene, pecho, cicatrices, forma de la nariz, estrías, dientes, pecas, acné, cabello, trasero, etc. Cualquier área puede ser objeto de nuestra obsesión, sea real o no.
Por ejemplo, si tengo complejo de inferioridad sentiré que valgo menos y que el resto de personas pueden hacer cosas que yo no podré hacer nunca, aunque no sean cosas muy complicadas.
Lo que está claro es que las personas acomplejadas no quieren conectar con eso que les hace sentir menos. Intentarán ocultarlo, así como no demostrarlo a los demás. Por ello, no suele ser fácil reconocer a una persona con este tipo de problema.
¿Qué podemos hacer para superar los complejos?
Hay personas que por la naturaleza de su complejo optan por un tratamiento quirúrgico que mejora ese aspecto físico. Por ejemplo, con problemas de sobrepeso o algunas personas que se implantan pelo para verse mejor. Sin embargo, para la mayoría de los complejos la cirugía no está indicada, como es el caso de la dismorfofobia, porque aunque se resuelva el complejo esta persona fijará su atención en otra parte del cuerpo.
Una forma de curar el complejo es enfrentarse a él poco a poco. Tratar de mirar en el espejo aquello que molesta de forma gradual, respirando de manera tranquila y cada vez más tiempo para que el malestar vaya remitiendo.
¿Cómo puede ayudar el entorno de la persona acomplejada?
El entorno tiene que “reconocer” que el complejo es importante para la persona. Quitarle importancia o hacerle ver que es una tontería no le ayuda. De alguna forma, le tenemos que transmitir que entendemos su malestar y su sufrimiento, aunque no lo percibamos de la misma manera que el que lo padece.
También hay que indicarle que si le está afectando mucho en su vida cotidiana y en su estado emocional tendría que intentar poner en marcha algún recurso para salir de esa situación y ver qué soluciones podría tener su complejo. Los profesionales acompañamos a la persona que sufre, y no banalizamos su problema.
No hay nada que no se cure si contamos con un entorno que acepta con cariño los defectos de los demás y potencia sus puntos fuertes.
¿Qué consecuencias tiene en su calidad de vida?
Cabe recordar que la persona acomplejada tiene un fondo de inseguridad y hará todos los esfuerzos posibles para que no se note aquello que le hace sentir inferior. Si se padece un complejo físico, por ejemplo, se hará todo lo posible para esconderlo, hasta el punto de obsesionarse, en ocasiones. Todo ello genera un estado constante de tensión y, en muchos casos, un bajo estado de ánimo.
En la dismorfofobia, un trastorno psiquiátrico relacionado con los complejos, las personas viven angustiadas por algunos aspectos físicos muy leves e, incluso, inexistentes, que producen mucha dificultad en su vida, ya que todo gira alrededor de ese “defecto”.
Si se trata de ámbitos de la vida en las que me siento menos, lo que se intenta es evitar cualquier situación en la que se exponga a la supuesta crítica de los demás. Por lo que es frecuente quedarse perpetuamente en zonas de seguridad o en entornos más familiares y próximos.
Además, hay otras afecciones en la calidad de vida las personas acomplejadas:
- El complejo nos impide crecer y ser nosotros mismos.
- Repercute en las relaciones con los demás. Incluso se pueden llegar a sabotear las relaciones.
- La evitación de situaciones y el escape de ellas cuando se está acorralado son respuestas habituales, marcando de esta forma nuestra vida social.
¿Cuándo hay que acudir a un profesional?
Cuando el complejo provoca un desajuste en la vida personal, profesional o social, cuando no me deja vivir mi vida de manera plena o cuando está presente todo el tiempo hay que pedir ayuda a un especialista en Psicología.
No solo se trata de gestionar la emoción de alta intensidad que causa el complejo, sino curar aquello que dio origen a la inseguridad cuando la persona era un niño. Por este motivo, hay que trabajar lo que sucede actualmente y, también, algo más profundo y antiguo para que el tratamiento sea completo y la cura total.
Las técnicas de liberación y procesamiento emocional como hipnosis o brainspotting ayudan más que las terapias clásicas conversacionales, ya que trabajan con emociones de alta intensidad que le persona no puede evitar.