Cómo identificar los trastornos del aprendizaje en niños
El concepto de trastornos de aprendizaje es importante delimitarlo. El primer término trastornos ya implica una alteración, un problema que repercute en el rendimiento académico.
Estos trastornos del aprendizaje quedan englobados o se enmarcan, dentro de lo que llamamos un concepto más genérico, disfunción cerebral mínima; esto quiere decir que hay una estructura, una red neuronal concreta, específica que no funciona adecuadamente para que el niño adquiera con normalidad ese aprendizaje académico deseado.
Esto lo hemos diferenciado de lo que son los retrasos del aprendizaje o las dishabilidades de un aprendizaje, que son o bien niños que van más retrasados o retardados en adquirir un cierto aprendizaje escolar, o bien menores que tienen menos habilidades, menos recursos para poder adquirir con normalidad dichos aprendizajes.
Por tanto, un trastorno de aprendizaje lo hemos de entender como una dificultad, un problema de un funcionamiento de una red neuronal cerebral implicada en la normal adquisición de ese aprendizaje.
Los trastornos de aprendizaje más frecuentes, dentro del ámbito clínico asistencial, son:
- Las dislexias, entendidas como dificultades o alteraciones de la capacidad de la comprensión del lenguaje escrito.
- La disgrafía entendida como la alteración en la capacidad de la expresión del lenguaje escrito.
- La disortografía como alteración en el control de la ortografía del lenguaje escrito, bien arbitraria o bien natural.
Generalmente la dislexia, disgrafía y disortografia van unidas, es decir, se manifiestan como un conjunto de trastornos del aprendizaje en el menor dentro del aprendizaje del lenguaje escrito.
El segundo tipo o bloque de trastornos del aprendizaje más frecuentes es el de la discalculia, entendida como una incapacidad por parte del menos de aprender todo lo que es razonamiento, operaciones de tipo matemático.
Un tercer bloque, menos frecuente pero no menos importante, son los llamado trastornos de aprendizaje no verbal, que es un tipo de menores con un tipo de alteraciones que afectan a las funciones visoperceptivas, visoespaciales y también de interacción social, de hecho se confunden en algunos casos con autismo infantil o con trastornos del espectro autista, pero que se suelen diagnosticar a una edad no menor de 12 años de edad.
¿Cómo sé que mi hijo tiene un trastorno del aprendizaje?
No podemos olvidar que los trastornos del aprendizaje son problemas del desarrollo del aprendizaje en la época académica, por tanto, el síntoma o signo principal es que el niño no adquiera con normalidad, respecto a su grupo-clase/grupo normativo, ese aprendizaje manifiesto.
No obstante, el diagnóstico no se puede hacer hasta ciertas edades, en el caso de las dislexias, disgrafías y disortografías no es aconsejable y no se puede hacer antes de los 8 años. Lo mismo ocurría con las discalculias y en el caso de los trastornos del aprendizaje no verbal no es recomendable hacer el diagnóstico antes de los 11/12 años. En todo caso, antes de estas edades manifiestas los niños pueden manifestar síntomas o signos, detectados generalmente por los profesores en el aula, que nos pueden hacer sospechar de dicho trastorno.
No hay que olvidar que hay otros trastornos catalogados como disfunciones cerebrales mínimas, sea ejemplo el trastorno de déficit atención con o sin hiperactividad, que también pueden conllevar problemas del desarrollo normal del aprendizaje. Es decir, existir un diagnóstico conjunto entre los dos tipos de trastornos: un trastorno de déficit de atención con hiperactividad o sin hiperactividad más un trastorno del aprendizaje.
Por tanto, en algunos casos algunos síntomas aparecen más como un problema atencional que como un problema propiamente del aprendizaje dicho.
Tácticas de estudio para niños con trastornos de aprendizaje
Las tácticas de estudio son un elemento importante en instaurar dentro de el hábito normal de estudio del menor.
- En primer lugar lo que es importante es motivar al menor para que pueda realizar un estudio puesto que tiene dificultades y su capacidad de motivación y el interés por el estudio puede disminuir.
- En segundo lugar es importante generar hábitos de estudio, es decir dedicar unas horas después del aula que el menor sepa que tiene que trabajar deberes, actividades, propias de la dinámica escolar.
- En tercer lugar es importante eliminar distracciones en su mesa, en la habitación donde va a realizar el estudio.
- Por tanto, en cuarto lugar lo que tiene que tener el menor es un ámbito generalmente rutinario, que sea siempre el mismo, donde sepa que su actividad que se va a realizar allí es de estudio.
- En quinto lugar es importante también tener en cuenta la luminosidad, hay estudios que nos refieren de que luces de color azul son capaces de mejorar y mantener una atención sostenida o capaz de concentración y disminuir la fatiga.
- Y, finalmente en sexto y último lugar es importante que la escuela, muchos de estos menores se les haga lo que llamamos un acceso de adaptación curricular: es decir, no que se les baje las notas, no que se les baje su nivel de exigencia sino que se les adapte sus dishabilidades a los exámenes pertinentes que evalúan el contenido de sus aprendizajes adquiridos.
Finalmente no hay que olvidar el componente emocional, algunos trastornos del aprendizaje, tanto la etapa infantil como en la etapa de adulto, pueden comportar problemas emocionales: baja autoestima, alteración del estado afectivo, que no necesariamente será una depresión. Cuando se detecten estos síntomas, estos signos únicos la intervención ha de ser una intervención psicológica, una intervención en el ámbito terapéutico clínico, es decir, utilizar técnicas que mejoren su autoestima, mejoren su autovalúa y compensen esa alteración emocional secundaria al trastorno del aprendizaje.
Trastornos del aprendizaje en adultos ¿Qué terapia necesitan?
El trastorno del aprendizaje en adultos no debemos olvidar que implica que ese diagnóstico, si el adulto lo tiene, se ha realizado en la etapa infantil. No olvidemos que los trastornos del aprendizaje son un problema del neurodesarrollo, es decir, que el niño no adquiere con normalidad durante su etapa de desarrollo y de funcionamiento académico unos aprendizajes.
Consecuentemente, estos trastornos del aprendizaje son crónicos, que es lo que detectamos en el adulto. Lo que ocurre es que la etapa infantil pueden interferir en su procedimiento de rendimiento académico de aprendizaje escolar y ser un motivo de fracaso escolar mientras que en el adulto dependiendo de la actividad laboral que ejercite no hay una interferencia real en su capacidad funcional.
Si estamos en el ámbito universitario el adulto va a tener, está claro una interferencia funcional y lo que se hace generalmente a nivel de intervención, no es entrenamiento, no es rehabilitación neuropsicológica, no es rehabilitación logopédica si no que son técnicas de compensación; generalmente de adaptación curricular que permiten al adulto, a pesar de sus problemas de aprendizaje poder tener un rendimiento académico, en este caso universitario, normal.
Si esos trastornos del aprendizaje en adulto están ya en una etapa en que el adulto está en el ámbito laboral, generalmente se utilizan, no intervenciones directamente, sino técnicas compensatorias como son a través de registros, en el caso de los problemas de aprendizaje lectoescritura, de ordenadores que corrigen su expresión escrita, que corrigen sus faltas o bien a través de máquinas calculadoras que permiten, en caso de una discalculia, poder compensar esos déficits. En los trastornos de aprendizaje no verbal, a no ser que sea un adulto que esté trabajando en el ámbito de las funciones visoperceptivas, visoespaciales sea por ejemplo, un arquitecto generalmente no requieren una intervención específica en el mismo.