¿Cómo funciona la terapia EMDR para tratar traumas del pasado?

Editado por Lucía Ramírez el 30/11/2024

La terapia EMDR relaciona los síntomas actuales con eventos de nuestro pasado. Tras identificar qué recuerdos están asociados al problema actual, la terapia EMDR accede a esos recuerdos y activa el procesamiento de la información, por medio de un procedimiento estructurado que ha sido ampliamente estudiado en investigación.
 

Después de analizar junto con el paciente su historia, su estilo de apego, los eventos significativos de su vida y cómo le han afectado, cómo se regula emocionalmente y si tiene sintomatología disociativa, vamos poniendo en relación la sintomatología actual con todo lo nombrado anteriormente. Cuando el paciente está preparado para ello, es decir, ha aprendido a regularse emocionalmente y entiende de dónde puede venir sus síntomas, se procesan los recuerdos para que pasen de ser perturbadores a ser neutros.

 

La terapia EMDR usa movimientos oculares y formas de estimulación del cerebro

 

Uno de los ingredientes de la terapia EMDR son los movimientos oculares u otras formas de estimulación del cerebro (tapping, etc). De forma progresiva la imagen de la peor parte del recuerdo, las sensaciones que aún notamos en el cuerpo, se irán desbloqueando e integrando. El recuerdo dejara de perturbarnos. Después del procesamiento este evento del pasado dejará de molestarnos y nuestro sistema nervioso recuperará la calma.
 

¿En qué traumas se utiliza?

EMDR es una de las terapias de elección para el tratamiento del trauma en muchas guías de tratamiento elaboradas por expertos internacionales. En este sentido, la Organización Mundial de la Salud recomienda la terapia EMDR ya desde el año 2013 como uno    de los tratamientos indicados para el estrés postraumático.
 

Además, cada año se publican en revistas decenas de nuevos estudios sobre la aplicación de la terapia EMDR en distintas patologías. Cabe destacar que el EMDR solo puede ser aplicado por profesionales con formación sanitaria, como médicos y especialistas en Psicología.

 

¿En qué se diferencia la terapia EMDR de otras terapias recomendadas?

La terapia EMDR no requiere que el paciente hable en detalle sobre el problema o que lleve a cabo tareas entre sesiones. Por ejemplo, en la terapia de exposición (un tipo de terapia cognitivo conductual) se busca que la persona esté en contacto con las emociones que le genera el recuerdo sin evitarlo, hasta que progresivamente tiene lugar un proceso de habituación, reduciendo el malestar y trabajando en las creencias que el paciente tiene sobre el suceso para que cambie a una perspectiva más sana. En EMDR, aunque se recogen las creencias del sujeto, no se realiza un trabajo específico sobre ellas, sino que estas cambian como consecuencia del procesamiento del recuerdo.
 

Un terapeuta EMDR trabajará con el paciente en entender las raíces de las experiencias traumáticas, y en elaborar un plan de trabajo global para eliminar su influencia en el presente.
 

La idea central del modelo EMDR, conocido como Modelo de Procesamiento Adaptativo de Información (PAI), es que el sistema nervioso tiene mecanismos para procesar e integrar todo lo que nos va sucediendo, incluyendo las experiencias difíciles o estresantes. En algunas ocasiones, cuando estas experiencias son más intensas o complejas para el paciente, el sistema se bloquea y el recuerdo permanece almacenado sin elaborar, con las mismas percepciones, pensamientos, emociones y sensaciones. Estos recuerdos no procesados no son una fuente de aprendizaje, sino que pueden causar problemas y síntomas en el presente, cuando algo de lo que ocurre se conecta con esas experiencias.
 

La terapia EMDR ha establecido procedimientos para acceder y desbloquear esos recuerdos y dejar así que el sistema nervioso pueda finalmente integrarlos. Dentro de estos procedimientos, uno de los elementos que se emplea es el movimiento ocular u otras formas de estimulación bilateral del cerebro (táctil, auditiva). Aunque estos movimientos oculares han dado nombre a la terapia, es importante recordar que este elemento por sí mismo no constituye un abordaje terapéutico, y su uso aislado no se recomienda.

 

¿Qué pasa con el cerebro cuando hacemos EMDR?

Nuestros cerebros tienen una forma natural de recuperarse de recuerdos y eventos traumáticos. Este proceso implica la comunicación entre la amígdala (un núcleo del cerebro que funciona como señal de alarma para eventos estresantes), el hipocampo (un área que ayuda con el aprendizaje, incluidos los recuerdos sobre seguridad y peligro) y la corteza prefrontal (que analiza y controla el comportamiento y la emoción). Si bien muchas veces las experiencias traumáticas se pueden gestionar y resolver espontáneamente, es posible que en muchos casos no se procesen sin ayuda.
 

Las respuestas al estrés forman parte de nuestros instintos naturales de lucha, huida o congelación. Estas respuestas se activan ante algo que vivimos como una amenaza, y se desactivan cuando sentimos que el peligro ha pasado. Sin embargo, cuando sucede algo que supera la capacidad del cerebro para asimilarlo, estas respuestas siguen activas y las imágenes, pensamientos y emociones perturbadoras pueden provocar una sensación abrumadora de volver a ese momento, o de que el tiempo se ha detenido en ese instante, que no podemos superar. La terapia EMDR ayuda al cerebro a procesar estos recuerdos y permite que se reanude el proceso de curación natural que se quedó interrumpido. La experiencia todavía se recuerda, pero la respuesta de lucha, huida o congelación asociada a la situación pasada se soluciona.

 

¿Quién puede beneficiarse de la terapia EMDR?

La terapia EMDR ayuda a niños, adolescentes y adultos de todas las edades. Los terapeutas utilizan la terapia EMDR para abordar una amplia variedad de problemas, que incluyen:
 

  • TEPT y otros problemas relacionados con el trauma y el estrés.
  • Ansiedad, ataques de pánico y fobias.
  • Enfermedades crónicas y problemas médicos.
  • Depresión.
  • Trastornos bipolares y psicóticos.
  • Trastornos disociativos.
  • Trastornos alimentarios.
  • Duelos y pérdidas.
  • Dolor.
  • Ansiedad por el rendimiento.
  • Trastornos de personalidad.
  • Violencia y abuso físico, sexual y emocional.
  • Trastornos del sueño.
  • Abuso de sustancias y adicción.
  • Violencia y abuso.
     

En todos estos problemas la investigación muestra efectos favorables, con niveles de evidencia por ahora muy variados. El enfoque de EMDR, en todo caso, no está focalizado en el diagnóstico sino en la base de cada trastorno, que, en mayor o menor medida, está condicionada por el ambiente en el que el paciente se ha desarrollado y se ha relacionado. Aunque algunas patologías tienen importantes componentes genéticos, socioculturales o tóxicos, el EMDR trabaja sobre las circunstancias vitales no procesadas que contribuyen a los problemas actuales.

 

¿Cómo es para el paciente la terapia EMDR?

Un terapeuta EMDR con experiencia ha de conocer en profundidad el caso y entender con la persona las conexiones potenciales entre el problema que le trae a la consulta y su historia previa. En base a este mapa inicial, se valora si el paciente necesita un proceso previo de preparación para comprender mejor sus dificultades y sus recursos, adquirir cierta estabilidad, gestionar sus emociones y sentirse seguro para abordar sus experiencias difíciles.
 

Una vez acordados los temas a trabajar, se irá accediendo a cada recuerdo relevante, prestando atención a una imagen negativa, creencia, emoción y sensación corporal relacionadas con este evento, que se asociará con una creencia positiva que suponga un cambio de perspectiva respecto a la experiencia.

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