Ansiedad: ¿cómo aprender a pedir ayuda cuando la necesitamos?

Escrito por:

Dra. Judith Forns Pous

Psicóloga

Publicado el: 11/05/2023
Editado por: Sofía Berrón


La ansiedad es una respuesta compleja formada por aspectos conductuales, fisiológicos, afectivos y cognitivos. Se activa cuando nuestro cerebro entiende que nos encontramos en peligro. Si ese peligro es real, agradeceremos esa activación, ya que eso nos permitirá sobrevivir y escapar o evitar situaciones que nos pongan en peligro. En estos casos, la consideramos una ansiedad adaptativa y cumple una función de supervivencia fundamental para nosotros.

Ahora bien, la ansiedad también puede activarse por una interpretación errónea o exagerada de un potencial peligro, siendo entonces disfuncional, no adaptativa y de ninguna ayuda para nosotros.

La ansiedad puede presentarse de forma eventual, caracterizada por su escasa frecuencia, corta duración, síntomas leves o poco intensos. Por el contrario, puede presentarse de una forma persistente con síntomas intensos y con un miedo o preocupación que interfiere significativamente en todas las áreas de la vida cotidiana. Si estamos en este caso nos encontramos ante alguna de las alteraciones que quedan enmarcadas dentro de los considerados actualmente trastornos de ansiedad:

Crisis de angustia, con o sin agorafobia. Trastorno de ansiedad generalizada. Fobia social. Fobia específica. Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT). En muchos casos, la ansiedad puede ser disfuncional y tener consecuencias
negativas en la calidad de vida de las personas

¿Cómo detectar un trastorno de ansiedad?

Existen algunas características que nos pueden ayudar a saber si la ansiedad es disfuncional y se ha llegado a convertir en un trastorno:

Preocupación excesiva en relación con pensamientos concretos perturbadores que no puedes quitarte de la cabeza o sobre aspectos de la vida cotidiana. Síntomas físicos intensos: palpitaciones, presión en el pecho, hormigueo en las extremidades, sensación de ahogo, temblores, mareos o nauseas, entre otros. Respuesta de evitación o huida ante situaciones que puedes interpretar como peligrosas. Pensamientos negativos recurrentes sobre los demás, sobre ti o sobre el futuro. Tendencia a la perfección: necesidad constante de hacerlo todo perfecto con una sobre exigencia desmesurada y una enorme frustración al no conseguirlo. Dificultad para concentrarte: no poderte concentrar en la tarea por centrarte en tus propios síntomas de ansiedad o mostrarte hipervigilante, focalizándote en algo catastrófico que va a ocurrir.
 

¿Cuáles son las consecuencias de no aprender a gestionar la ansiedad?

Los síntomas físicos y cognitivos de ansiedad hacen tomar decisiones equivocadas a las personas, haciéndoles esclavas de las limitaciones que ellas mismas se autoimponen por creer falsamente que estarán más seguras.

Por otro lado, las personas con ansiedad disfuncional suelen presentar respuestas de huida o evitación de cualquier situación que pueda considerar un peligro.

En el caso del trastorno obsesivo compulsivo, por ejemplo, podemos observar con frecuencia las llamadas compulsiones (rituales específicos para calmar la ansiedad que producen los pensamientos obsesivos).

Conforme avanza el tiempo se van focalizando más y más en sus síntomas, en sus creencias, en sus miedos y van dejando de participar en la vida social, de hacer planes, de acudir a ciertos lugares, de viajar, etc. Toda la vida cotidiana se ve afectada y si se llevan a cabo algunas actividades siempre es con un profundo sufrimiento.

En todos los trastornos de ansiedad, pues, podemos afirmar que la calidad de vida se encuentra muy por debajo de lo de la persona se merece ya que más que vivir, sobrevive presa de sus miedos.

 

¿Cómo se puede trabajar la ansiedad disfuncional?

Reestructurar pensamientos disfuncionales y creencias irracionales, llevándolos al razonamiento, y experimentar con ejercicios concretos y con la exposición tiene muy buenos resultados en terapia psicológica.

Si los síntomas o el sufrimiento de la persona incapacitan la adherencia al tratamiento psicoterapéutico podemos apoyarnos en los psicofármacos, siendo los antidepresivos los de elección para los trastornos de ansiedad. La combinación de ambas herramientas suele dar muy buenos resultados en estos casos.

Las técnicas de relajación muscular y respiración controlada ayudarán a la persona a conocer mejor su propio cuerpo y a respirar de un modo más funcional, pudiéndose utilizar otros métodos de apoyo sumados siempre a la psicoterapia, como el yoga.

Los cambios en el estilo de vida ayudan a aumentar el bienestar emocional, pudiendo introducir ejercicio físico, alimentación saludable con regularidad, patrón correcto de descanso y el contacto con la naturaleza.

Además, es importante potenciar puntos de apoyo social, como grupo de amigos con los que charlar, lo cual ayuda significativamente a gestionar la ansiedad.

 

La importancia del tratamiento psicológico

Aunque afortunadamente cada vez se habla más y de una forma más abierta de la importancia de la salud mental, muchas personas se siguen sintiendo muy solas ante sus alteraciones de ansiedad y no se atreven a compartir sus experiencias con sus allegados por vergüenza o por interpretarlos como un signo de debilidad.

En salud mental, dejar pasar el tiempo sin ponernos en tratamiento no hace más que empeorar los síntomas y sentirnos cada vez más limitados y con menos calidad de vida. Los trastornos de ansiedad tienen tratamiento y con él la persona nota una mejora en su calidad de vida que afecta a todos sus ámbitos.

Por último, el tratamiento con un especialista en Psicología ayuda a prevenir futuras recaídas de ansiedad, ya que, en caso de que aparezca nuevamente, la sabrá gestionar de un modo eficiente.

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