Adicciones y Psiquiatría: la recuperación del paciente desde la autonomía y la diferenciación
Escrito por:
Psiquiatra
Publicado el: 09/11/2016
Editado por: Patricia Pujante Crespo
Las adicciones son trastornos del comportamiento humano capaces de generar un malestar en todas las áreas vitales de la persona que vive presa de las mismas. Aunque aún no se sabe mucho sobre la patogénesis específica de los trastornos adictivos, la dependencia o los trastornos por consumo de sustancias (es así como se les suele denominar, a nivel profesional), sí es aceptado por la comunidad científica que no todas las personas expuestas al consumo de sustancias potencialmente psicoactivas ni a comportamientos repetitivos desarrollan este tipo de patologías sino que obedece a un resultado multicausal que responde al modelo vulnerabilidad-estrés-afrontamiento.
Esto significa que la interacción de factores intrínsecos (vulnerabilidad innata y genética) y factores extrínsecos (aspectos relacionados con las vivencias, la educación, el desarrollo madurativo, afrontamiento del estrés y la exposición a determinados estímulos). Por eso, se considera que una persona vulnerable a padecer un trastorno adictivo mantiene un riesgo toda su vida, si se alinean diferentes factores en relación a un estímulo potencialmente placentero (sustancia o comportamiento).
Según lo anteriormente mencionado, las adicciones pueden considerarse enfermedades de la persona en los que no solo entran en juego la parte orgánica y psicológica del ser humano, sino que extiende más allá del individuo y que impregna sus diferentes áreas de funcionamiento, la forma de manejarse en la vida y su manera de relacionarse con el mundo. Justamente esta apertura hacia el exterior, sus efectos y sus consecuencias es lo que marca el pronóstico y la recuperación a largo plazo y define el abordaje multidisciplinar e integrador que la persona con adicción necesita durante las diferentes fases del tratamiento.
¿A partir de qué punto se considera que una conducta es adictiva?
La secuencia de desarrollo de la adicción es muy similar en las diferentes personas, la diferencia se sitúa en el tiempo que tarda en asentarse cada una de las fases de desarrollo.
La primera fase es el consumo puntual placentero en el que no existe una repercusión en el individuo y éste goza de cierto control para elegir cuándo y dónde realiza la exposición al estímulo o sustancia potencialmente placentera.
La segunda fase es considerada de inercia. En este momento existe una exposición más repetida, aparecen fenómenos de tolerancia y dependencia en los que el control ha disminuido pero las consecuencias evidenciables son mínimas. Justamente en este estado las personas reconocen la existencia de un bienestar y un placer más atenuado que en la fase anterior y con frecuencia ¨no saben por qué lo hacen¨ y existe cierta necesidad de mantener una repetición en el consumo, así como una falsa sensación de inocuidad y de ¨poder dejar de consumir cuando se quiera".
La tercera fase es la adicción propiamente dicha. Llegados a este punto el comportamiento de búsqueda se vuelve frecuente, repetitivo, obsesivo e incontrolable. Llega un momento en que la persona no es capaz de frenar la conducta adictiva porque le genera un importante malestar a nivel personal y la repetición se vuelve irrefrenable para evitar los denominados "refuerzos negativos" como son: ansiedad, miedo, insomnio, irritabilidad, obsesividad... síntomas que aparecen cuando la persona no está consumiendo la sustancia o realizando el comportamiento adictivo. En esta fase, durante las 24 horas del día el pensamiento de la persona gira en torno al consumo o a la posibilidad del mismo.
Adicciones más comunes
Las adicciones más comunes continúan siendo las que derivan del consumo de sustancias, fundamentalmente alcohol, tabaco (nicotina), cocaína y cannabis. Tras ellas están el resto de drogas ilegales, con repuntes en incidencia de las drogas de diseño y la heroína.
A nivel de otro tipo de sustancias, encontramos el aumento de incidencia en la autoadministración de fármacos tranquilizantes del grupo de las benzodiazepinas y los analgésicos derivados mórficos, que pueden generar fenómenos de dependencia y tolerancia con una fácil escalada de dosis. Por este motivo este tipo de fármacos requieren una estricta supervisión por el profesional sanitario.
Por otro lado, encontramos las adiciones comportamentales. La más conocida es la ludopatía, siendo otras adicciones conductuales, como la adicción a las nuevas tecnologías, al trabajo, al sexo, a las compras compulsivas, etc. Justamente en este tipo de conductas repetitivas, el límite entre adicción y compulsión es difuso, puesto que en este tipo de personas encontramos con frecuencia la coexistencia de otros trastornos mentales concomitantes a la conducta repetitiva comportamental.
Tratamiento psiquiátrico de ayuda en las adiciones
El experto en Psiquiatría, como profesional médico de la salud, tiene el papel fundamental de:
Evaluar los signos y los síntomas. Hacer la recomendación de solicitar pruebas complementarias como analíticas y pruebas de neuroimagen. Evaluar las repercusiones médicas de las sustancias consumidas. Realizar un diagnóstico fiable de la enfermedad adictiva u otros desordenes emocionales o trastornos psiquiátricos. Definir las actuaciones terapéuticas más eficientes y de forma individualizada de cada paciente, según su momento evolutivo.El psiquiatra necesita de un equipo de profesionales de otras disciplinas y otras áreas de conocimiento con experiencia en el abordaje de las adicciones, tales como la figura del psicólogo, el terapeuta ocupacional, la enfermería o el trabajador social. El objetivo es crear un vínculo y una relación terapéutica estable con el paciente y su entorno más cercano que sea capaz de generar un estado de abstinencia prolongado y hacer un desplazamiento de la conducta adictiva hacia conductas más saludables que aseguren la diferenciación y la autonomía del paciente.
Terapia recomendada en el abordaje de las adicciones
Los abordajes médicos y psicológicos utilizados en adicciones deben alejarse de las posturas absolutas y el nihilismo terapéutico. Durante muchos años parecía que en el tratamiento de las adicciones ¨todo vale¨ o ¨nada sirve¨. No es ni una cosa ni otra. Para asegurar un buen resultado del paciente con adicción es necesario hacer una identificación de las necesidades reales del paciente y evaluar su estado evolutivo y de asunción de cambio real. Así, el profesional debe fomentar un afrontamiento transparente, honesto y objetivo por parte de todo el equipo, que incluye a pacientes, familia y profesionales por igual. Es necesario que el tratamiento y las terapias tengan eficacia contrastada y que sea lo más adecuado en cada una de las etapas de recuperación del paciente, trabajando hacia la autonomía y asunción de responsabilidades en un clima de confianza y compromiso máximo.